Monthly Archives: Apr 2022

MARIÚPOL, ALEPO…¡HERAT, 1979!

La restaurada ciudadela de Herat.

Son los actos y no las palabras lo que definen la realidad. En eso, supongo, estaremos todos de acuerdo.

Los actos de Rusia en Ucrania desmienten su retórica. Esos ataques indiscriminados contra la población civil, esa táctica de reducir a escombros humeantes ciudades como Mariúpol, el heroísmo de cuyos defensores quedará inscrito con letras de oro en la Historia, son mucho más elocuentes que la propaganda rusa.

Por otro lado, en el marco de la propaganda occidental contra Rusia se trata de vincular exclusivamente a Putin con esas tácticas criminales y se alude reiteradamente a la destrucción de Alepo en Siria por tropas rusas en 2016 o, incluso, a la de Grozny, en Chechenia, en 1999-2000. Y son acusaciones ciertas, no vengo aquí a discutirlas, pero a mi juicio interesadamente sesgadas.

Considero que debemos mirar más allá de la retórica propagandística de la OTAN tanto para refutarla, si es el caso, como para confirmarla y establecer series históricas que se remonten más atrás en el tiempo para conseguir una visión más exacta de los acontecimientos desbordando la escueta y obscena propaganda de bloque.

Hoy, y teniendo en mente la destrucción de Mariúpol y los crímenes de guerra llevados a cabo por Rusia en Bucha y otras localidades ucranianas, quiero traer a colación un hecho bastante desconocido, al menos en España, de la guerra de Afganistán que nos ayudará a comprender el comportamiento del ejército ruso en 2022.

En diciembre de 1978 la Unión Soviética comenzó la invasión de Afganistán ocupando Kabul con las fuerzas especiales del Grupo Alfa de la OSNAZ y deteniendo y asesinando al presidente Amín para sustituirlo por Karmal, acto continuo numerosas tropas soviéticas entraron por tierra y aire en Afganistán ocupando el país por completo. Si nos fijamos bien, nos encontramos con una táctica bastante similar a la usada en Ucrania en 2022, con la diferencia de que aquí la invasión terrestre precedió a la acción de las fuerzas especiales y Zelenski no pudo ser detenido y asesinado por los rusos ni se asustó hasta el punto de huir, lo que frustró el éxito de la operación. Si seguimos fijándonos, lo sucedido en Ucrania en febrero no se diferencia demasiado de lo sucedido en Kazajistán en enero de este mismo año. Nos encontramos, por lo tanto, ante una táctica añeja, pero eficaz si se lleva a cabo correctamente (cosa que no sucedió en Ucrania en 2022).

Tampoco es novedad lo de reducir ciudades a escombros asesinando y desplazando a su población.

Volviendo a la guerra de Afganistán, mirando cuarenta años atrás, nos encontramos con lo sucedido en Herat.

Herat, era considerada por los soviéticos la ciudad más culta y pacífica de todo Afganistán. Sus habitantes hablaban un dialecto persa y se diferenciaban por su vida urbana y tranquila de los turbulentos pastunes del sur y del centro, o los rudos hazaras, tayikos o uzbekos de otras regiones. Puesto que parte del programa soviético en Afganistán consistía en una modernización de la sociedad (establecimiento de la igualdad entre hombres y mujeres, de un salario mínimo para los trabajadores, de la ruptura de las estructuras tribales, y por lo tanto feudales…) consideraron que los ciudadanos de Herat, más aún que los de Kabul, serían partidarios del mismo. Por lo tanto, dando por sentado que la ciudad resultaría amigable, establecieron en su aeropuerto la base más importante del ejército soviético y permitieron que los asesores y oficiales se asentasen libremente en ella, como en un territorio amigo.

Y, al principio lo fue.

No obstante, apenas llegados, los soviéticos comenzaron a detener y asesinar gente. La población de Herat organizó una manifestación de protesta frente al palacio del gobernador soviético y este hizo que las tropas la disolvieran a tiros matando numerosos civiles. Corría el mes de marzo de 1979, los soviéticos apenas hacía tres meses que se habían establecido en Herat.

La reacción popular frente a la matanza en el palacio del gobernador soviético fue una inmediata y comprensible insurrección que cursó con la caza y asesinato de los oficiales y asesores soviéticos y sus familias. La guarnición afgana de la misma, encabezada por el pastún Ismail Khan, que llegaría a ser ministro de Agua y Energía en 2005-2013, y compuesta en su mayor parte por tayikos, se sublevó también enfrentándose a las tropas soviéticas y llegando a ocupar el aeropuerto que estos pretendían convertir en su base principal en Afganistán.

Como respuesta, los soviéticos movilizaron una columna de 300 tanques desde Turkmenistan, que bombardearon día y noche la ciudad hasta reducirla a escombros asesinando numerosos civiles y haciendo que decenas de miles se refugiasen en Irán mientras Ismail Khan se convertía en un poderoso líder guerrillero sublevado contra los invasores que llegó a derrotar también a los talibanes en 1995.

Cuando los soviéticos se retiraron de Afganistán en 1992, Herat continuaba en ruinas.

Como vemos, lo de Mariúpol no es nuevo, ni siquiera se retrotrae a la destrucción de Alepo o Grozny, es una táctica constante del ejército ruso desde hace al menos medio siglo. Es bueno saberlo y tenerlo en cuenta para el futuro.

© Fernando Busto de la Vega

FELACIÓN FATAL (LA POMPAS FUNEBRES SE GANA SU APODO)

Es un hecho histórico poco conocido. El 16 de febrero de 1899, que por cierto era jueves, el presidente de la III república francesa, Félix Faure, perteneciente a los republicanos progresistas y de 58 años de edad, moría en el transcurso de una audiencia a cierta destacada dama francesa, Madame Steinheil, nacida Marguerite Japy, de treinta años de edad.

El asunto resultó bastante embarazoso porque la señora en cuestión estaba practicándole al prócer una felación y el mayordomo del palacio presidencial hubo de adecentar el cadáver y sacarla por la puerta de atrás antes de llamar al médico que certificó la muerte del presidente aduciendo como causa de la misma un accidente cerebro-vascular.

Por supuesto, el asunto trató de mantenerse en secreto, pero acabó transcendiendo y Madame Steinheil se ganó el apodo que la acompañaría el resto de su vida: la Pompas Fúnebres.

No debemos apesadumbrarnos por el marido, Adolphe Steinheil, mediocre pintor que obtuvo lucrativos encargos públicos gracias a la “amistad” de su señora con el influyente político y al que no debe confundirse con Adolph Steinheil, el botánico alemán.

Lo más curioso del caso es que, a pesar del final del presidente Faure, o quizá a causa del mismo (hay mucho morboso y mucho optimista deseoso de encontrar la perfección erótica), Madame Steinheil tuvo numerosos amantes, todos ellos ricos, famosos y poderosos, durante la década siguiente, entre ellos el rey Sisowath de Camboya. Época dorada que se vio truncada con otro acontecimiento luctuoso y escandaloso.

El 31 de mayo de 1908 el cornudísimo marido y la suegra de Marguerite fueron encontrados muertos, asesinados en sus camas, estrangulados. A la Pompas Fúnebres la encontraron viva, atada y amordazada, también en su cama. Explicó que cuatro hombres vestidos de negro habían irrumpido en su casa buscando documentos del presidente Faure, seguramente relacionados con el Caso Dreyfus produciéndose enérgicos interrogatorios que causaron las muertes de su esposo y su suegra, pero no la suya. La policía la consideró de inmediato sospechosa y la prensa se interesó por el caso produciéndose una investigación y un juicio sumamente escandalosos, si bien logró ser absuelta el 14 de noviembre de 1909.

En 1912 escribió sus memorias y en 1917 contrajo matrimonio en Londres con Robert Brooke Campbel Scarlett, barón Abinger que murió en 1927, año en el que a ella la secuestraron en Marruecos liberándola a cambio de un gran rescate.

Después de eso sabemos poco de ella. Murió en un asilo de ancianos de Sussex en 1954.

© Fernando Busto de la Vega

¡ ESTÁ VIVO!… (FRANKENSTEIN, MESMER Y CROSSE)

Todos conocemos esta escena crucial de la película Frankenstein (1931) y resultaría redundante abundar sobre las raíces del libro de Mary Shelley o los experimentos públicos con cadáveres del doctor Ure en la universidad de Glasgow allá por 1818. Ir por ese camino sería aburrir al lector ya sobradamente informado al respecto. Conviene, pues, que sigamos otro. Hablaremos, por lo tanto, de Andrew Crosse (1784-1855), el experimento con el cual logró, en apariencia, crear vida de la nada utilizando agua y electricidad y las consecuencias sociales que tuvo para él semejante éxito.

Crosse creció en un ambiente social y académico en que la posibilidad de que la electricidad pudiera dar y devolver la vida era una intuición generalizada y tendía a considerarse una realidad casi palpable. Ello procedía, en primer lugar, de los experimentos públicos realizados por Luigi Galvani (amigo y colega de Alessandro Volta e inventor de la galvanización) a partir de 1780 en los que aplicaba una corriente eléctrica a la espina dorsal de una rana muerta y conseguía que moviera espasmódicamente las patas. De ahí derivaron los ya citados experimentos públicos de Andrew Ure en Glasgow y sus intentos de resucitar cadáveres que tanto impresionaron a Mary Shelley y consecuencias tan fecundas tendrían en la cultura popular a través del cine.

Pero en la época había una figura mucho más carismática, llamativa, estrambótica y atrayente que vinculaba la electricidad con la salud. Me refiero, naturalmente, a Franz Anton Mesmer (1734-1815), que estudió en Ingolstadt (como lo haría el ficticio doctor Frankenstein) y en Viena y publicó en 1766 su tesis De Planetarum Influxu In Corpus Humanum en la que trataba de validar, entre otras cosas, la astrología médica. Pero le fue bien: contrajo matrimonio con una mujer adinerada y pudo establecerse como médico de la clase alta en Viena.

En 1768, Mesmer prestó su lujoso domicilio para el estreno de la primera ópera de Mozart, Bastien und Bastienne, y el compositor se acordó de él en otra de sus óperas, Cosí Fan Tutte, estrenada en Viena en 1790 y en la que, después del total descrédito del doctor Mesmer y el mesmerismo, se le citaba con cierto recochineo en una escena en la que Despina, la criada, disfrazada de médico, utiliza una piedra mesmérica para curar a unos falsos envenenados.

En 1774, el doctor Mesmer, comenzó a hacer experimentos públicos con imanes. Hacía ingerir a sus pacientes ciertos brebajes que contenían limaduras de hierro y luego mediante la aplicación de imanes hacía que estas se movieran dentro del cuerpo consiguiendo “curaciones” milagrosas. Poco después llegó al convencimiento de que no eran los imanes sino él mismo el que producía las curaciones y comenzó a usar simplemente la imposición de manos. La consecuencia es la imaginable: en 1777, después de fracasar en el intento de curación de la famosa pianista y compositora María Theresia Von Paradis, quedó desacreditado en Viena y se trasladó a París, donde se convirtió en una celebridad y publicó su ensayo Mémoire sur la Découverte de Magnétisme Animal (1779) en el que afirmaba que la vida era el flujo de la electricidad a través de los canales del cuerpo y que la enfermedad procedía del bloqueo de los mismos. El modo de curarlos era el contacto del enfermo con alguien cargado de ese mismo flujo, es decir: un médico-curandero, el propio Mesmer, que podía curar por imposición de manos o mediante objetos previamente “tratados”.

En 1784, Luis XVI organizó una comisión científica (de la que formaron parte entre otros Lavoissier, Guillotin o Franklin) que desacreditó por completo las tesis de Mesmer que al año siguiente abandonó París con el rabo entre las piernas desapareciendo prácticamente para la Historia. A este respecto quizá convenga señalar los parecidos entre el mesmerismo y otras prácticas modernas como el Reiki. Pero, de eso, hablaremos en otra ocasión.

Andrew Crosse, como decíamos, creció y se educó en ese ambiente, en la intuición de que el flujo de energía eléctrica era parte no solo indispensable, sino creadora, de la vida y, llegado a la vida adulta y después de estudiar en Oxford, decidió concentrar sus ansias científicas en ese campo llevando a cabo un experimento que tuvo inesperadas consecuencias para su reputación y vida social.

En 1836 Crosse, que estaba trabajando en la electrolisis y la electrocristalización, se percató de que en una de sus muestras, al cabo de algunos días, aparecían formas de vida. Se entusiasmó y decidió llevar a cabo el experimento definitivo. Tomó agua de una gruta, un agua filtrada por gruesos estratos cálcicos que él estimó pura, le aplicó una corriente eléctrica constante y, al cabo de veintiséis días, pudo comprobar que en el recipiente nadaban unos animalitos perfectamente formados y vivos. Se entusiasmó, creyó que había logrado crear vida a base de agua pura y electricidad y lanzó las campanas al vuelo. El éxito fue rotundo, se hizo famoso y todo el mundo le prestó atención…Hoy sabemos que la clave del experimento fue no hervir el agua y que las formas de vida que encontró en la misma no procedían de la generación espontánea sino de los huevos puestos por insectos en los charcos de la gruta, pero en 1836 el shock fue máximo…

…Tan impactante que los sectores eclesiásticos anglicanos (recordemos que esta historia, real, transcurre en Inglaterra) se sintieron ofendidos y consideraron a Crosse una especie de nigromante maligno que había roto el orden divino usurpando la labor de Dios, de modo que su casa en Fyne Court fue asaltada, como en las mejores películas del género, por una turbamulta enfurecida que portaba antorchas e iba encabezada por algunos clérigos (insisto: protestantes, no católicos) furibundos que le sometieron a un exorcismo forzado, destruyeron sus instrumentos de trabajo y prohibieron que la gente volviera a dirigirle la palabra.

Hubo otros científicos que por esas mismas fechas pudieron replicar con éxito el experimento de Crosse, pero, después del exorcismo de Fyne Court, prefirieron guardar silencio y desdibujarse. Crosse acaso (ahora sabemos que no) había descubierto el origen de la vida haciendo innecesario el concepto de Dios y dejando obsoletos los dogmas cristianos, pero era mejor guardar silencio, el dogma imperante se había impuesto mediante el terror. Así funcionan las cosas.

Corolario: ningún dogma debe ser respetado. Todos deben caer, los presentes y los futuros. Así se avanza.

© Fernando Busto de la Vega

DEPORTE CONTRA ÉTICA (RUNNING,CICLOTURISMO Y OTROS MALES MORALES)

Aunque pretendan convencernos de lo contrario, vivimos en una sociedad dogmática, cerrada y embrutecida donde se aplaude la “diversidad”, siempre y cuando sea del tipo bendecido por el poder, pero se castiga ferozmente la disidencia. Si alguien lo duda, tiene a su alcance mil ejemplos de la cultura de la cancelación (la censura moderna) y le basta con poner la televisión para empaparse del discurso único destilando conformidad y unanimidad desde todos los programas y cadenas. Insisto: existe la diversidad tolerada (y siempre algo llamativa y pintoresca ), pero no se admite la disidencia.

Y el deporte (cosas como el running, el cicloturismo, los gimnasios…) son parte del dogma dominante. Proceden del puritanismo que lo domina y se amparan en el concepto de salud para eludir el de pecado. De toda la vida, en las sociedades monoteístas y, especialmente en las cristianas, la única motivación del deporte es mantener lejos al pecado. Hoy en día, en las sociedades liberal capitalistas, no es diferente, aunque esa lucha contra el pecado asuma el aspecto de lo saludable y venga perfumada con un sutil toque de narcisismo autocomplaciente. Por cierto: tolerar la diversidad aprobada por el poder, ese dogma tan firmemente establecido en nuestros días, es también autocomplaciente y narcisista. Hace que quien tolera dicha diversidad autorizada pueda asumir una supuesta superioridad moral sin cuestionarse nada más. Es una forma de alejar la reflexión y la autocrítica (cimiento de la crítica en general) de la sociedad. Una infame y eficacísima técnica de sometimiento hábilmente manejada por el nuevo y oculto Ministerio de la Verdad.

En ese sentido, no deja de ser curioso, y sumamente ilustrativo, que en las promociones de viviendas que abundan por las zonas en proceso de gentrificación de las ciudades, se ofrezcan edificios con gimnasios, piscinas y hasta saunas…pero jamás con bibliotecas…Hacer deporte está bien, leer, aprender y convertirse acaso en un personaje crítico, no. En ese mismo orden de cosas, los estudios humanísticos están desapareciendo de los currículums escolares. Al poder le viene bien que los niños medianamente favorecidos crezcan con gimnasio y piscina, aunque lo más lejos posible de los libros.

Quizá no os hayáis percatado hasta ahora de la inmoralidad subyacente al actual modelo de deporte que trata de calar en la sociedad. Hasta qué punto se aleja y se opone a la reflexión, a la crítica e incluso a la ética amparándose en una enfermiza autocomplacencia narcisista impregnada de puritanismo. Os invito a meditar sobre ello.

© Fernando Busto de la Vega

LA OTRA HISTORIA DE JESÚS

La hegemonía de la secta cristiana en los últimos siglos ha impuesto una sola versión, la canónica y mitológica, sobre la historia de Jesús, para ellos es el Cristo o el Mesías. Esa la conocemos todos, no voy a volver a recapitularla aquí.

En cambio, existe otra, la que los propios vecinos de la Sagrada Familia, de Jesús, conocían, transmitieron y llegaron a contarle a Celso, el gran intelectual pagano que más combatió la expansión de la secta cristiana en el seno de la Civilización, de la Ecúmene, que debemos restaurar a la mayor brevedad posible para revertir los males causados por el cristianismo y las ideologías de él derivadas (desde el liberalismo al marxismo) y abandonar definitivamente la barbarie.

Según el propio Celso les explicaba a los cristianos de su época rebatiendo las mentiras mitológicas que estos defendían y acabaron imponiendo, la verdadera historia del nacimiento de Jesús era la siguiente: María era una adolescente de familia pobre que contrajo matrimonio por interés económico con un viejo acaudalado: José. Lógicamente, obligada por sus padres a la boda y ante la más que posible incompetencia sexual de su viejo esposo, la muchacha acabó cayendo en los brazos de un amante. Se trataba de un vigoroso legionario romano de origen tirio o sidonio llamado Panthera con el que acabó fugándose (¿a Egipto?) para evitar ser lapidada por adúltera. Más tarde, quizá tras la muerte del viejo José, que la convertía en una viuda más o menos respetable, regresó, pero no ya a Judea sino a Galilea, siempre para evitar las consecuencias penales de su adulterio, y allí creció y se educó Jesús con sus hermanos (Jacob, Judá, José y Simón) con el apellido de Bar Panthera, el hijo de Panthera.

Esta es la otra historia del nacimiento de Jesús, el Cristo o, para los no cristianos, Jesús Bar Panthera.

© Fernando Busto de la Vega