Monthly Archives: Feb 2023

LA OCULTA VIOLENCIA SINDICAL FEMINISTA

Hay cosas que suceden todos los días y que no suelen contarse, de hecho se silencian porque conviene mantener la falsa fachada de que vivimos en un Estado democrático en el que se respetan los derechos y las libertades de los individuos y no en una estructura progresivamente más totalitaria en la que solo las opiniones y el poder de unos cuantos importan debiendo todos los demás callar y obedecer ante las imposiciones fácticas que abarcan desde la corrupción flagrante al intento de imponer una ideología determinada pasando por el lucro parasitario de los sindicatos verticales del actual régimen.

Un día estás tranquilamente cumpliendo las funciones de tu puesto de trabajo en una administración pública que es la que te paga y aparece una jefecilla de tres al cuarto que ni siquiera está en la línea jerárquica que a ti te afecta y empieza a darte órdenes y encargarte acciones diversas ajenas a tus funciones. Cuando las analizas te das cuenta de que está movilizándote en nombre de unas siglas sindicales que te oculta (aunque tú sabes perfectamente cuales son, porque nos conocemos todos) y que está erigiéndose, en palabros forgianos, en barandafuhrer de su sindicato mayoritario cuyos negociadores (y negociadoras) has visto compadrear semanalmente con otros similares y de la patronal en un contubernio pomposamente denominado Mesa de Diálogo Social que se dedica, básicamente, a ejercer de órgano sindical vertical para que unos y otros acaparen las subvenciones del Estado y establezcan las cuotas de sus afiliados a colocar dentro de la administración pública progresivamente colonizada por ellos en detrimento del bien común, y que está tratando de utilizar, autoritariamente y de forma torticera, sin explicarte lo que estás haciendo y tratando de hacerte creer que se trata de labores propias de tu puesto al servicio público, tu fuerza de trabajo en beneficio de las movilizaciones feminazis del 8 de marzo.

Cuando, naturalmente, la mandas a escaparrar (locución aragonesa que literalmente significa quitar garrapatas al ganado y figuradamente irse a hacer puñetas) llegan los malos modos, las amenazas de sanción, el rechinar de dientes y cadenas…hasta los insultos. Y lo preocupante es que te pueden empapelar porque las mentiras que cuente esa jefecilla sindicada siempre van a contar más que las verdades incómodas y la defensa de la libertad personal y de conciencia del funcionario extorsionado.

El totalitarismo, como en los peores escenarios del nazismo o el comunismo, ha llegado a la administración pública española, especialmente las autonómicas, y ya se está estableciendo un Estado a la búlgara, eso sí…callando, callandito…con nocturnidad, alevosía y mucha hipocresía.

Hoy en día fichar diariamente en una administración pública es una invitación a la sumisión muda o a la resistencia activa con todos los riesgos que esta conlleva en un régimen totalitario y en muchos casos de índole feudal y clientelar.

Hay que decirlo, hay que comenzar la lucha por la libertad. Yo ya lo he hecho.

© Fernando Busto de la Vega.

EL ATAQUE DE LOS SUPERCERDOS MEGAINTELIGENTES

Mira tú que…

Diré, en primer lugar, que para escribir esta entrada me he preparado, a modo de refuerzo psicológico (estoy muy afectado) un buen bocadillo a base de jamón de Teruel. Y añadiré que de todas las hecatombes que amenazan con aniquilar la civilización acabo de descubrir la peor: los supercerdos megainteligentes de Canadá que rondan la frontera de los Estados Unidos y parecen dispuestos a invadir este país arrasándolo y llegando a instalarse en una Nueva York postapocalíptica.

La película promete ser buena y su argumento, extraído de la realidad, no puede ser mejor.

Hete aquí que los granjeros de Canadá estaban descontentos con el tamaño de sus cerdos, los querían de más volumen y peso para sacarles mayor rendimiento económico (cosas del capitalismo descerebrado y de la codicia elevada a dogma sagrado que padecemos) y empezaron a mezclarlos con jabalíes de tal modo que consiguieron una nueva subespecie porcina de gran capacidad cárnica (es decir: enorme) y gran adaptación al clima así como una inteligencia que supera con creces la del cerdo estabulado y destinado a morir joven y sin experiencia.

Como siempre pasa en estos casos, y nunca se explica debidamente, estos supercerdos de nueva creación, acaso por su enorme inteligencia, lograron escapar de las granjas y retornar a la vida salvaje de sus antepasados silvestres. Mientras esto sucedía en diversas explotaciones, lo que exigiría una profunda investigación, nadie pensó en perseguirlos creyendo que el invierno les aniquilaría. Pero mira por donde, aprendieron a hacer iglús o, lo que viene a ser lo mismo, cuevas en la nieve que forran de hierba para protegerse y aislarse del frío, y llegaron a reproducirse. Ahora su población está disparada, es incontrolable y, como son listos, en lugar de hozar por los montes, asaltan los campos por las noches, arrasándolos. Por lo visto, los granjeros canadienses no están capacitados, o eso dicen, para combatirlos en horarios nocturnos y estos bichos se han adaptado, como sus antepasados jabalíes, a moverse de noche. Un horror.

Durante más de tres décadas, mientras estuvieron en Canadá sin mirar al sur, a nadie parecieron importarles las andanzas de estos supercerdos megainteligentes, solo ahora que amenazan con extenderse por los Estados Unidos se desata el histerismo. Ya sabemos que los Estados Unidos son un país histérico…lo que no acabo de comprender y tener claro es si los yanquis temen a los supercerdos como agentes apocalípticos o como inmigrantes ilegales. En este último caso dicho temor estaría excusado y sería puramente racista. Lo inteligente sería regularizarlos y permitirles desarrollar sus vidas como ya lo hicieron algunas estrellas del espectáculo como Porky Pig o Miss Piggy con quien aquello de joder la marrana alcanzó un nuevo significado en las intimas fantasías de muchos adolescentes y niños de la época.

Así que nada, quedo a la expectativa, nervioso, intentando saber si los supercerdos megainteligentes que amenazan Estados Unidos son una especie de invasión zombi porcina o una causa social que defender. Que alguien me lo explique.

Mientras tanto, ¡qué bocata!

© Fernando Busto de la Vega.

LA INNOVACIÓN TÉCNICA Y LAS LIMITACIONES DE LA ÉPOCA.

He andado estos últimos días repasando el origen de la minería del carbón asturiana en relación con las necesidades de la Armada allá por el siglo XVIII que, como es sabido, se saldó con un enorme fracaso económico que solo pudo remontarse con el desarrollo del ferrocarril y sus necesidades de aprovisionamiento a mediados del siglo siguiente.

Como es obvio, en el siglo XVIII los barcos eran de vela. El carbón no representaba una necesidad en cuanto combustible como sucedería en el XIX, pero sí resultaba de la máxima utilidad en tareas subsidiarias y secundarias, pero imprescindibles, como las forjas que daban forma y realidad a las piezas metálicas de los navíos, con los clavos a la cabeza de la lista de producción.

Existía a ese respecto un prejuicio heredado del siglo XVII que llevaba a desdeñar el carbón mineral en relación con el vegetal que se estimaba mejor y más eficiente en la producción del calor necesario para la fundición del metal. Con el tiempo, los bosques quedaron esquilmados. Se precisaban enormes cantidades de carbón para atender a las necesidades de la Armada y ello redundaba en un declive imparable de los bosques convertidos cada vez más en páramos irrecuperables. Por lo tanto, a pesar de las reticencias de los expertos, se impuso la necesidad de recurrir al carbón mineral desde la tercera década del siglo XVIII. Producto que, inicialmente, se adquirió en Bristol a unos siete reales el quintal.

Naturalmente, España no podía confiar la construcción de sus buques de guerra a las importaciones desde su máximo rival marítimo, de modo que, aunque el carbón asturiano venía a costar medio real más por quintal que el inglés, se prefirió desarrollar su producción.

Y es en este punto donde empezamos a entrar en materia y a encontrar una enseñanza que trasciende el puro hecho histórico para convertirse en una referencia intemporal sobre las innovaciones técnicas, el progreso técnico y los frenos y limitaciones que el pensamiento y las posibilidades de una época pueden llegar a imponerle lastrando la evolución y llegando a frenar estrepitosamente el avance. Ya vimos algo de esto cuando hace unos meses tratamos sobre el origen de la bicicleta.

En el caso de la minería asturiana del siglo XVIII el factor mental que vino a concluir su proyecto en un auténtico fracaso financiero que redundó en un largo parón técnico, fue, como siempre, el signo de los tiempos, el pensamiento vigente y consensuado entre los expertos del momento combinado con la falta de determinados avances técnicos.

A mediados del siglo XVIII no existía el ferrocarril, lo sabemos. Ni siquiera estaba en ese momento en el pensamiento de nadie y ello representaba una limitación técnica notable.

La extracción del carbón en Langreo y su transformación en coque no presentaron grandes dificultades. Se abrieron minas, se estableció un Alto Horno a orillas del Nalón…El problema radicaba en el transporte del carbón desde su lugar de extracción y transformación hasta los astilleros, especialmente el de El Ferrol, donde debía utilizarse.

Jovellanos, que no fue el menor fautor de esa industria y que ganaría mucho de su prestigio abriendo la carretera que unía Oviedo con León a través del puerto de Pajares, defendía vehemente que el mejor medio para transportar el carbón hasta El Ferrol era la construcción de una carretera que uniera Langreo con aquel astillero. El factor orográfico, las muchas y grandes montañas que sería necesario rodear o ascender en dicha construcción, hizo flaquear su argumentación. Pero había más. En aquel momento lo que verdaderamente gustaba, lo que se consideraba un verdadero avance, vanguardia e innovación eran los canales. Y se contaba, además, con el ejemplo del Canal Imperial de Aragón que había abierto una eficaz vía de navegación y comercio entre Tudela y el puerto fluvial de Zaragoza o estaba a punto de hacerlo.

Por lo tanto, la opción que se impuso fue la fluvial. Se dragó el Nalón y se construyó una flota de cuatrocientas chalanas para trasladar el carbón de Langreo hasta el puerto de San Esteban de Pravia desde donde se conduciría en barcos mercantes de cabotaje hasta El Ferrol para lo cual fue también imprescindible dragar y eliminar la barra de Pravia que, lógicamente, se reproducía periódicamente. Los gastos de todo este proyecto fueron de tal magnitud y la capacidad de transporte de la flota fluvial y de consumo de las fundiciones de Ferrol tan limitados que todo el proyecto se vino abajo en apenas veinte años. Los gastos superaban con mucho a los beneficios y el negocio no se podía sostener. Hacia 1803 la minería en Asturias se había abandonado casi por completo. Luego se recuperó, ya lo sabemos. Pero la anécdota es bien ilustrativa.

A menudo el sesgo del pensamiento aceptado, las ideas de los “expertos” que son prisioneros de su formación obsoleta, aunque prestigiosa y unánimemente aceptada, del dogma en una palabra, y de la rutina lleva a enfocar el desarrollo y explotación de las innovaciones técnicas por caminos tortuosos e inadecuados que conducen al fracaso y retrasan el progreso. El escepticismo y la irreverencia son necesarios. Hay que escuchar a los expertos, pero no aceptar sin más sus opiniones. Los prestigiosos currículums académicos y las exitosas carreras profesionales a menudo son más un freno para la innovación y el progreso que una garantía. La disidencia del sistema debe llevarse hasta ese extremo…no solo hay que desafiar el régimen político, sino todo el edificio mental y dogmático, siempre y en todo.

© Fernando Busto de la Vega.

Y EN ESTO APARECE LA PSICÓLOGA PROGRE FEMINISTA

Evidentemente, hay casos reales que afectan a adolescentes de los que no puedo hablar ni quiero. Pero sí que puedo y quiero dar algunas pinceladas que sin dejar traslucir datos innecesarios ni desvelar intimidades ajenas pueden dar una idea general de las cosas que están pasando en nuestros días y de quién tensa los hilos y desde qué ideología.

CASO 1

Niña de trece años con un coeficiente intelectual que no pasa de 80 y algunos otros problemas que se obsesiona con un compañero de instituto al que sigue, acosa y molesta. El compañero protesta, la mamá de la niña la lleva a una psicóloga de una institución pública destinada a la promoción de la ideología de género, interviene la psicóloga feminista de turno y el niño, no se sabe cómo, acaba denunciado por violación… Así cambia la película cuando conviene.

CASO 2

Niño apocado de quince años que sufre bullying, recala en una psicóloga feminista y progre y acaba diciendo que quiere cambiar de sexo y comenzando el proceso para hacerlo sin más reflexión ni dilación, ni siquiera se considera necesaria una segunda opinión. Ahí lo dejo.

Podría citar más casos, pero basta esta muestra para hacer reflexionar a los buenos entendedores.

© Fernando Busto de la Vega.

DON HILARIÓN, UN SUGAR DADDY DE ANTAÑO.

Una de las cosas que más me revienta del siglo XXI es ese adanismo basado en la absoluta ignorancia del pasado que conduce a pensar que todo lo relacionado con el amor o el sexo es una invención reciente que adquiere carta de naturaleza en cuanto los yanquis (campeones de la represión y el puritanismo que andan descubriendo el mundo ahora) lo identifican y le ponen un nombre en inglés. Pero lo cierto es que, mal que les pese a los millennials y a la generación Z, todo estaba ya inventado en la época de los romanos e incluso milenios antes. Desde el género fluido al fenómeno queer o el poliamor. Con otros nombres, otras costumbres y mayor o menor publicidad, pero todo existía ya.

Ahora, el sensacionalismo de la prensa (reducto provinciano, conservador y cutre donde los haya en nuestra sociedad) se dirige con fingido asombro y enquistado escándalo a las relaciones entre sugar daddies y sugar babies como si fueran el colmo de la modernidad y de la decadencia. Se olvidan de las queridas a las que los próceres del franquismo les “ponían piso” y una mercería o boutique, o de las cortesanas del siglo XIX…

Esa relación interesada y más o menos encubiertamente sexual entre un hombre de edad acaudalado y jovencitas que se dejaban querer y mantener procurando ofrecer lo menos posible a cambio (más alegría y adulación que sexo) ha existido siempre. Pondré un ejemplo señero: el Don Hilarión de La Verbena de la Paloma.

La Verbena de la Paloma es un sainete lírico, una zarzuela del género chico, con libreto de Ricardo de la Vega y música de Tomás Bretón estrenada el 17 de febrero de 1894 en el Teatro Apolo de Madrid. La historia es, o debería ser, bien conocida: un boticario entrado en años pretende, con el beneplácito de la tía de ellas, a dos jóvenes de la clase obrera (una morena y una rubia hijas del pueblo de Madrid) y se las lleva a la verbena de la Paloma donde tiene que enfrentarse con el novio despechado de una de ellas. Un sugar daddy de antaño.

Añado que, según el libretista, la historia está basada en hechos reales, lo que demuestra que ya en el Madrid de 1894 había sugar daddies y sugar babies, aunque los americanos no le hubieran puesto nombre y agencias especializadas al fenómeno. También que he citado La Verbena de la Paloma, pero podría haber recurrido a novelas como La Dama de las Camelias ( Alejandro Dumas hijo, 1848) o Nana (Emile Zola,1880), bibliografía, sobra.

NOTA.- La segunda fotografía representa a Liane de Pougy, famosa cortesana de finales del XIX y principios del XX, bailarina, escritora, bisexual reconocida y, finalmente, monja en su vejez.

© Fernando Busto de la Vega.