Monthly Archives: Dec 2022

CRISTINA PEDROCHE Y EL PIXELADO

La cobardía y la hipocresía me pueden, no las soporto. Tampoco siento especial interés por los ídolos y productos televisivos. Ni para bien, ni para mal. Pero cuando todos estos factores se convierten en síntomas de una sociedad enferma creo obligado, entre mimosa y mimosa (estos días de fin de año sustituyen en mi vida al café con leche con churros como desayuno), echar un terapéutico cuarto a espadas.

Ya conocemos todo ese revuelo perfectamente provocado y concertado por la mercadotecnia en torno al anzuelo del vestido (y cuanto enseña) de Cristina Pedroche en las campanadas de Nochevieja. Se trata de una acertada campaña de promoción y no deja de ser curiosa y entrañable la inocencia con la que tantos y tantas entran al trapo tomándose en serio lo que no deja de ser una boutade. (Hasta yo estoy dejándome arrastrar a la red, como veis…pero hay que contemporizar y aligerar contenidos en fechas como estas).

No obstante, hablábamos de cobardía e hipocresía, y ahí es donde quería llegar. También se ha puesto de moda, como apoyo a la campaña del vestidito de marras, promocionarla con algún vídeo de esta señora paseándose desnuda por ahí…pero, eso sí: pixelada.

El pixelado se ha convertido, no solo en este caso, en uno de los más repugnantes lugares comunes de la sociedad puritana a la que nos encaminan las grandes multinacionales anglosajonas y el histerismo feminista. La cosa es muy sencilla: ¿no comulgas con el desnudo, te parece indecente, impúdico e inmoral? bien: pues no saques a la gente desnuda. Pero si sacas a gente desnuda, no la pixeles. O en misa o repicando. El quiero y no puedo, la hipocresía y la cobardía (y el retroceso puritano de las costumbres y la censura que nos imponen desde las altas esferas y por completo a espaldas de la realidad social) me producen arcadas y no voy a pasar sin denunciarlos…aunque calmaré mi ira con otra mimosa…soy de buen natural.

He aquí un par de mimosas sin pixelar.

PD.- ¿Os habéis dado cuenta de que hemos vuelto a la ñoñería cutre de los años sesenta? ¿Al refrán aquel de “con Fraga hasta la braga?…¿Al querer y no poder? ¿Al presumir de modernos y aplicar la censura más rancia?…Me río yo del siglo XXI.

© Fernando Busto de la Vega.

REFERÉNDUM EN CATALUÑA

Hay que explicarlo con absoluta claridad: hay cosas que no pueden hacerse ni justificarse mediante un referéndum. Una de ellas es atentar contra la inalienable (indiscutible y sagrada) unidad de España. Ni siquiera si el referéndum convocado se extendiera a la íntegra geografía patria (claro que los golpistas separatistas quieren concretarlo solo dentro de las fronteras del Aragón Oriental, eso que ellos llaman indebidamente Cataluña). La sola pregunta es traición. El solo hecho de exigir o proponer un referéndum secesionista es traición y anatema, no digamos ya el hecho de llevarlo a cabo.

Y la traición, recordémoslo, solo tiene una pena (diga lo diga el manipulado Código Penal vigente).

El referéndum, hay que decirlo también, es la guerra. Nos retrotraería a la Guerra Cantonal de 1873-1874 y no estoy seguro de que el Ejército estuviera dispuesto a hacer su parte o pudiera llegar a hacerla.

En fin…igual deberíamos ir desempolvando trabucos y espingardas y comenzar a charlar y reunirnos informalmente para organizar tercios populares y banderas unionistas.

No sé…espero que a la larga se imponga el sentido común. De lo contrario me veo entrando en Barcelona a tiros, y uno no tiene ya edad para la guerrilla…¡qué fastidio de país!

NOTA: Y tanto los independentistas como sus socios en el Gobierno español son conscientes de esto, de que el referéndum es la guerra, no olvidemos que los golpistas trataron de negociar con Rusia para disponer de 10000 soldados rusos en el Aragón Oriental (Cataluña) y con China para cederles el puerto de Barcelona como base naval a cambio de apoyo militar. Luego que no se hagan los sorprendidos ni se las den de víctimas.

© Fernando Busto de la Vega.

RAMÓN J. SENDER, UN ESCRITOR INJUSTAMENTE OLVIDADO

Hay cosas que indignan, momentos que invalidan cualquier desarrollo ulterior de una amistad (o lo que surja), instantes en los que las personas se borran literalmente del paisaje y dejan de existir.

Hace unos pocos días paseaba por la zaragozana calle Don Juan de Aragón con una joven (y ciertamente atractiva) profesora de lengua y literatura de secundaria, de origen andaluz, una cordobesa de veintiséis años, grandes ojos negros, enormes tetas, buen culo e inconfundible acento, y aproveché la ocasión, pensando que le ilusionaría el dato, para comentarle que en aquella calle había vivido el joven Ramón J. Sender y que precisamente allí (le señalé el lugar exacto de la todavía adoquinada calzada), allá por 1918, pudo contemplar el cadáver de un estudiante de la entonces cercana universidad abatido a tiros por las fuerzas del orden durante unas algaradas estudiantiles contra el gobierno. Momento clave en la vida del escritor que le empujó hacia su militancia anarquista.

Según hablaba fui encontrándome con los ojos vacuos y la boca abiertamente sorprendida de mi interlocutora que caminaba agarrada de mi brazo, vínculo que también fui soltando paulatinamente, horrorizado, a medida que me daba cuenta de lo que sucedía. Al cabo la profesora cordobesa (por lo demás una buena chica) acabó preguntándome con su acento sureño:

—¿Sender? ¿Y se quién es?

—Un escritor—le respondí airado, pero procurando fingir jovialidad indiferente.

—¿Un escritor?

—Aragonés, sí. Vivió en esta calle.

—Pues a ese no lo he estudiado…

¿Qué decir? Sonreí con aire sombrío, cambié de tema y continué el paseo. Habíamos quedado a cenar la noche siguiente, busqué una excusa para no acudir. Desde entonces, sin poder evitarlo, la rehúyo. Ni siquiera la he acompañado a la estación para despedirla en estos días en los que vuelve a Córdoba para celebrar la Navidad con su familia. Hay cosas que indignan y son superiores a mí…cierto, la chica es preciosa y posee grandes virtudes, pero en modo alguno pueden contrarrestar en mi ánimo una laguna literaria como esa. La profesora cordobesa se acabó para siempre incluso antes de empezar…todavía si estuviera especializada en ciencias o matemáticas…si en lugar de una profesora fuera una alumna universitaria (diré entre paréntesis que la cultura que se imparte en los institutos es nula y estas instituciones sirven hoy en día para estabular acémilas que llegan a la universidad sin siquiera saber escribir correctamente ni tener una idea clara de quien era Cervantes)… Pero a una profesora de lengua y literatura no se le puede perdonar algo así por muy grandes que sean sus ojos negros, sus tetas altivas y muy redondo y duro que sea su culo.

Bien, una vez superado el drama personal (que fue grande e intenso) hice abstracción de lo ocurrido y llevé el análisis a lo general.

En su momento, desilusionado, ya lo explicaba Miguel Labordeta, otro escritor aragonés también injustamente olvidado, después de publicar tres libros de poesía y ser ninguneado por la intelligentsia patria: habitamos en un entramado cerrado, centralista y bicéfalo. Todo lo que no sucede en Madrid o Barcelona, lo que no sirve a determinadas siglas dominantes de derecha o izquierda, literalmente, no existe.

En su momento, allá por 1937, los comunistas quisieron eliminar a Sender por su inquebrantable militancia anarquista. Intentaron fusilarlo acusándolo de traición porque se oponía al golpe de Estado del PCE y sus amos moscovitas en la España republicana. Para entonces los fascistas habían fusilado a su hermano, Manuel Sender, alcalde republicano de Huesca, y a su propia esposa, Amparo Barayón, en Zamora…

Sender acabó exiliado en los Estados Unidos tras prometer que no intervendría en política y asegurar que era un ferviente anticomunista y antifascista. En su obra no hay ni un ápice de odio…

Ramón J. Sender es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes escritores españoles del siglo XX y me repatea el estómago el hecho de que por ser aragonés y hacer gala de serlo (sin concesiones a los señoritos madrileños ni a los intelectuales adocenados y de pega, y matices comunistoides, de Barcelona) y no prestarse al sucio juego de las siglas se le olvide tan injustamente. Leedle, me lo agradeceréis.

© Fernando Busto de la Vega.

EMILIA PARDO BAZÁN (UN CHOCHO VIEJO)

La anécdota es ya muy conocida, casi manida. Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán fueron amantes durante algún tiempo y, como siempre ocurre en estos casos, acabaron odiándose cordialmente (a veces el odio es a muerte, pero lo bueno de las amantes es que uno se libra de ellas con facilidad, no son como las esposas, que le sangran a uno en los tribunales o le denuncian falsamente por violencia machista). Ya seniles, se cruzaron en unas escaleras y la señora, muy poco agradable, como todas las ex, saludó a Don Benito espetándole:

—Adiós, viejo chocho.

A lo que él, picado y veloz, respondió:

—Adios, chocho viejo.

En estos días en los que el feminismo radical anda levantando santas laicas para reforzar sus manejos institucionales y justificar tanto sus chiringuitos como la imposición de su enfermiza ideología a través de leyes injustas e ilegítimas, tratan de vendernos a Emilia Pardo Bazán como la quintaesencia de la contribución femenina a la literatura y la cultura, como ejemplo insigne de “mujer liberada” (que por alguna razón siempre ha venido a significar promiscua y de escasas prendas morales) y feminista inquebrantable.

Pero literariamente hemos de ser sinceros. Emilia Pardo Bazán, que tiene una obra estimable, pero no puntera, es hoy poco más que un chocho viejo, rancio y sin interés. La propaganda política es una cosa, la verdad literaria otra muy distinta.

Ya sabemos que, siguiendo la estela de los usos comunistas, las feministas andan levantando ídolos culturales y artísticos con los pies de barro con la intención de aprovecharse de su prestigio prefabricado para presentarse como una vanguardia cultural. Así que ahora no dejan de aparecer y ser reivindicadas escritoras, pintoras, artistas de toda laya en su mayor parte mediocres y de poco calado que nos venden como mártires olvidadas a causa de un machismo represor…la pregunta a este respecto es ¿alguien ha olvidado a Safo o a Wallada? no, porque eran grandes.

Yo, aquí, no voy a entrar en mayores discusiones sobre el asunto. Solo diré que se pongan como se pongan las propagandistas feministas y su alobada caterva de seguidoras, EMILIA PARDO BAZÁN ES UN CHOCHO VIEJO. UN PETARDO Y UNA PETARDA. Una secundaria estimable, pero olvidable. Además de gorda (ella misma en sus cartas amenazaba con aplastar a Don Benito, el señor, no el pueblo, y confesaba que tenía miedo de despachurrarlo con uno de sus abrazos) y bizca.

¡Ah, y no debemos olvidar a este respecto una pequeña argucia editorial! Las obras de esta autora ya han pasado al dominio público, luego publicarla y promocionarla solo genera beneficios para quienes lo hagan, se acabó el porcentaje para la familia. Eso también pesa lo suyo. ¡Ay, esos editores pillines!

He dicho.

© Fernando Busto de la Vega.

PLÁCIDO ¿LA MEJOR PELÍCULA NAVIDEÑA DE LA HISTORIA?

Luis García Berlanga era rico de nacimiento y disponía de una familia acaudalada que le hacía partícipe en beneficios extracinematográficos ofreciéndole de paso cierta cobertura caciquil frente a las destemplanzas represoras del franquismo, por ese motivo podía hacer cine despreocupándose de la taquilla y hasta de los productores y enfrentarse tímidamente (pero siempre desde una ironía disciplinadamente clasista y pulcramente derechista) a los sintagmas obligatorios de la narrativa oficial.

Eso, de vez en cuando, especialmente en simbiosis con Rafael Azcona ( autor genial irónicamente costumbrista y mucho más cerca de la crítica social falangista de lo que le gustaría pensar y ahora queremos reconocer) producía obras maestras destinadas a perdurar en la cultura universal (si contasen con la promoción adecuada y el respeto hacia la cultura española tan escaso en las instituciones patrias) y desbaratar el ordenado magín interno del espectador sensible (ni siquiera es preciso que sea inteligente).

Plácido, producida por Alfredo Matas (a quien no debemos olvidar en esta reseña) en 1961, es una de esas joyas berlanguianas que todo el mundo debería conocer. Personalmente, y siempre que puedo, la veo en fechas como estas, en Navidad, que es el mejor momento para apreciar su verdad y su amargura.

En su momento estuvo a punto de ser premiada como Mejor Película de Habla No Inglesa en los Oscars, pero fue derrotada por uno de esos coñazos pretenciosos de Ingmar Bergman tan aptos para alimentar el ego de “intelectuales” igual de vacuos y pretenciosos. Aunque debo recordar que ese coñazo (Como en un Espejo) estaba protagonizado por Harriet Andersson a quien, junto con el propio Ingmar Berman (¡hay de mí, que voy a suscitar la ira del puritanismo feminista!), hay que agradecerle ciertos planos de Un Verano con Mónica (1953), por cierto no muy alejados en estética, es precisa una revisión atenta, de los desnudos de Hedy Lamarr en Éxtasis (1933) y, por lo tanto, de la Freikörperkultur germánica (y nazi) cuya estela cinematográfica seguiremos en otro momento quizá hasta el escándalo en Estados Unidos de la película infantil de la Alemania comunista Gritta Von Rattenzuhausbeiuns (1985).

© Fernando Busto de la Vega