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DON JUAN TENORIO Y HALLOWEEN

Mal vamos si disfrazamos a nuestros hijos como espantajos y los llevamos a pedir caramelos al modo anglosajón en el transcurso de una fiesta que ni sabemos escribir ni pronunciar.

La aculturación a la que estamos sometidos y que vosotros, padres irresponsables e indecentes, y vosotros, “docentes” indeseables, fomentáis en fechas como estas solo conduce al lugar que nuestros enemigos desean: la disolución de España y el abandono de su misión providencial en el mundo que ni siquiera conocéis ni respetáis (así de asilvestrados estáis).

¿Quién de vosotros, de menos de sesenta años, sigue rindiendo el debido tributo a sus muertos y antepasados? ¿Quién de vosotros sigue las tradiciones españolas más allá de comer huesos de santo o panellets? Y muchos de vosotros ni eso, porque engordan o por cualquier otra razón absurda …

¿En qué teatros sigue reponiéndose el Don Juan Tenorio de Zorrilla, honda y progresivamente abandonada tradición teatral, y por lo tanto cultural, que debería replicarse en cines y televisiones? ¿Quién de vosotros tendría la conciencia nacional y de la cultura hispánica suficiente para acudir a estas representaciones concebidas exactamente como eso, como tradición cultural?

Por este camino vamos mal, vamos a la disolución, a la extinción nacional, a la esclavitud, a la colonización cultural, ideológica y mental.

¿Halloween? Dejad de ser mierda colonizada y empezad a comportaos como debéis para llevar a España al lugar que le corresponde.

En circunstancias como estas creo que también yo puedo clamar: Llamé al Cielo y no me oyó …

© Fernando Busto de la Vega

TRES (O CUATRO) ÓPERAS QUE TE SORPRENDERÁN

1.- VIVA LA MAMMA (LE CONVENIENZE ED INCONVENIENZE TEATRALI)

Comenzaremos con esta ópera poco frecuentada de Gaetano Donizzeti, que él tituló Le Convenienze ed Inconvenienze Teatrali y el actual repertorio tiende a poner en escena con el título de “Viva la Mamma”.

La ópera, en su versión definitiva, se estrenó en el Teatro Alla Cannobiana de Milán el 20 de abril de 1831.

Las Convenienze en ópera, pero también en teatro, eran las costumbres de respeto que se aplicaban en los elencos (las que definían la prima donna, el comprimario…y demás estatus de las compañías) y causaban todo tipo de ridículas fricciones y feroces enemistades y rivalidades. Sobre este tema, Donizetti, que las sufría como todos los autores del momento, decidió ironizar poniendo en escena una farsa cómica de la que dejo en los vídeos un par de divertidas pinceladas.

La originalidad (y todavía hoy la sorpresa) de esta comedia es que el personaje de la mamá de la artista (personaje que ya existía entonces y no es ni de lejos patrimonio de las folclóricas del franquismo) está interpretado no por una mujer sino por un hombre, y barítono para más señas.

2.- SANCTA SUSANNA

Ópera en un acto del alemán Paul Hindemith, estrenada en la Opernhause de Fráncfort del Meno el 26 de marzo de 1922. Trata sobre una joven novicia (interpretada a menudo por sopranos no tan jóvenes) que exaltada por la primavera y confundiendo el amor divino con el físico acaba sumida en el pecado y desnudándose en escena, lo que no dejaba de ser una sorprendente novedad entonces…y ahora: porque rara vez se representa y, cuando se hace, rarísima vez la soprano acaba en pelota picada como pide el libreto (de August Stramm, por cierto).

3.- TOSCA

Esta es mucho más conocida y representada. Hablamos de Tosca, de Giacomo Puccini, estrenada en el Teatro Constanzi de Roma el 14 de enero de 1900. ¿Lo sorprendente?Hasta el momento se consideraba de mal gusto representar la violencia en el escenario. Incluso Verdi, en los asesinatos de, por ejemplo, Macbeth, hacía que sucedieran entre bastidores. En Tosca, por primera vez, se representaba un asesinato de cara al público en una ópera, y se hacía de un modo que todavía hoy resulta espeluznante.

Por si fuera poco, hay también, acoso sexual, un fusilamiento y un suicidio, todo ello frente al público. Puro gore para la ópera y la época. Bueno, hablando de épocas: hoy no se hubiera podido estrenar, estamos más atrasados que en 1900…gracias, progres.

4- DON GIOVANNI

Aunque, para ser exactos, ya el Don Giovanni de Mozart, estrenado en el Teatro Estatal de Praga el 29 de octubre de 1787, comenzaba con el protagonista escapando después de haber perpetrado una violación y asesinando en duelo a espada al padre de la víctima.

Había otro intento de violación con fuga armada:

Y hasta aparecía un fantasma que acaba llevándose al protagonista a los infiernos:

Ya no se escriben historias así. ¿Os imagináis este argumento adaptado al cine moderno? Sin música, solo los hechos…ah, claro, la censura woke-feminista…

© Fernando Busto de la Vega.

Nota: 18-ko-0909-Jid-909K

¡ ESTÁ VIVO!… (FRANKENSTEIN, MESMER Y CROSSE)

Todos conocemos esta escena crucial de la película Frankenstein (1931) y resultaría redundante abundar sobre las raíces del libro de Mary Shelley o los experimentos públicos con cadáveres del doctor Ure en la universidad de Glasgow allá por 1818. Ir por ese camino sería aburrir al lector ya sobradamente informado al respecto. Conviene, pues, que sigamos otro. Hablaremos, por lo tanto, de Andrew Crosse (1784-1855), el experimento con el cual logró, en apariencia, crear vida de la nada utilizando agua y electricidad y las consecuencias sociales que tuvo para él semejante éxito.

Crosse creció en un ambiente social y académico en que la posibilidad de que la electricidad pudiera dar y devolver la vida era una intuición generalizada y tendía a considerarse una realidad casi palpable. Ello procedía, en primer lugar, de los experimentos públicos realizados por Luigi Galvani (amigo y colega de Alessandro Volta e inventor de la galvanización) a partir de 1780 en los que aplicaba una corriente eléctrica a la espina dorsal de una rana muerta y conseguía que moviera espasmódicamente las patas. De ahí derivaron los ya citados experimentos públicos de Andrew Ure en Glasgow y sus intentos de resucitar cadáveres que tanto impresionaron a Mary Shelley y consecuencias tan fecundas tendrían en la cultura popular a través del cine.

Pero en la época había una figura mucho más carismática, llamativa, estrambótica y atrayente que vinculaba la electricidad con la salud. Me refiero, naturalmente, a Franz Anton Mesmer (1734-1815), que estudió en Ingolstadt (como lo haría el ficticio doctor Frankenstein) y en Viena y publicó en 1766 su tesis De Planetarum Influxu In Corpus Humanum en la que trataba de validar, entre otras cosas, la astrología médica. Pero le fue bien: contrajo matrimonio con una mujer adinerada y pudo establecerse como médico de la clase alta en Viena.

En 1768, Mesmer prestó su lujoso domicilio para el estreno de la primera ópera de Mozart, Bastien und Bastienne, y el compositor se acordó de él en otra de sus óperas, Cosí Fan Tutte, estrenada en Viena en 1790 y en la que, después del total descrédito del doctor Mesmer y el mesmerismo, se le citaba con cierto recochineo en una escena en la que Despina, la criada, disfrazada de médico, utiliza una piedra mesmérica para curar a unos falsos envenenados.

En 1774, el doctor Mesmer, comenzó a hacer experimentos públicos con imanes. Hacía ingerir a sus pacientes ciertos brebajes que contenían limaduras de hierro y luego mediante la aplicación de imanes hacía que estas se movieran dentro del cuerpo consiguiendo “curaciones” milagrosas. Poco después llegó al convencimiento de que no eran los imanes sino él mismo el que producía las curaciones y comenzó a usar simplemente la imposición de manos. La consecuencia es la imaginable: en 1777, después de fracasar en el intento de curación de la famosa pianista y compositora María Theresia Von Paradis, quedó desacreditado en Viena y se trasladó a París, donde se convirtió en una celebridad y publicó su ensayo Mémoire sur la Découverte de Magnétisme Animal (1779) en el que afirmaba que la vida era el flujo de la electricidad a través de los canales del cuerpo y que la enfermedad procedía del bloqueo de los mismos. El modo de curarlos era el contacto del enfermo con alguien cargado de ese mismo flujo, es decir: un médico-curandero, el propio Mesmer, que podía curar por imposición de manos o mediante objetos previamente “tratados”.

En 1784, Luis XVI organizó una comisión científica (de la que formaron parte entre otros Lavoissier, Guillotin o Franklin) que desacreditó por completo las tesis de Mesmer que al año siguiente abandonó París con el rabo entre las piernas desapareciendo prácticamente para la Historia. A este respecto quizá convenga señalar los parecidos entre el mesmerismo y otras prácticas modernas como el Reiki. Pero, de eso, hablaremos en otra ocasión.

Andrew Crosse, como decíamos, creció y se educó en ese ambiente, en la intuición de que el flujo de energía eléctrica era parte no solo indispensable, sino creadora, de la vida y, llegado a la vida adulta y después de estudiar en Oxford, decidió concentrar sus ansias científicas en ese campo llevando a cabo un experimento que tuvo inesperadas consecuencias para su reputación y vida social.

En 1836 Crosse, que estaba trabajando en la electrolisis y la electrocristalización, se percató de que en una de sus muestras, al cabo de algunos días, aparecían formas de vida. Se entusiasmó y decidió llevar a cabo el experimento definitivo. Tomó agua de una gruta, un agua filtrada por gruesos estratos cálcicos que él estimó pura, le aplicó una corriente eléctrica constante y, al cabo de veintiséis días, pudo comprobar que en el recipiente nadaban unos animalitos perfectamente formados y vivos. Se entusiasmó, creyó que había logrado crear vida a base de agua pura y electricidad y lanzó las campanas al vuelo. El éxito fue rotundo, se hizo famoso y todo el mundo le prestó atención…Hoy sabemos que la clave del experimento fue no hervir el agua y que las formas de vida que encontró en la misma no procedían de la generación espontánea sino de los huevos puestos por insectos en los charcos de la gruta, pero en 1836 el shock fue máximo…

…Tan impactante que los sectores eclesiásticos anglicanos (recordemos que esta historia, real, transcurre en Inglaterra) se sintieron ofendidos y consideraron a Crosse una especie de nigromante maligno que había roto el orden divino usurpando la labor de Dios, de modo que su casa en Fyne Court fue asaltada, como en las mejores películas del género, por una turbamulta enfurecida que portaba antorchas e iba encabezada por algunos clérigos (insisto: protestantes, no católicos) furibundos que le sometieron a un exorcismo forzado, destruyeron sus instrumentos de trabajo y prohibieron que la gente volviera a dirigirle la palabra.

Hubo otros científicos que por esas mismas fechas pudieron replicar con éxito el experimento de Crosse, pero, después del exorcismo de Fyne Court, prefirieron guardar silencio y desdibujarse. Crosse acaso (ahora sabemos que no) había descubierto el origen de la vida haciendo innecesario el concepto de Dios y dejando obsoletos los dogmas cristianos, pero era mejor guardar silencio, el dogma imperante se había impuesto mediante el terror. Así funcionan las cosas.

Corolario: ningún dogma debe ser respetado. Todos deben caer, los presentes y los futuros. Así se avanza.

© Fernando Busto de la Vega