
Aparte de que una ley que, como todas las que lleva haciendo el feminismo español desde 2011, niega la presunción de inocencia de una parte de los ciudadanos por puro afán doctrinario, sexista y supremacista es de facto inconstitucional y aprobarla y aplicarla implica incurrir en prevaricación (han prevaricado todos y cada uno de los 205 diputados que han votado sí a la Ley del “Solo sí es sí” y deberán pagarlo en algún momento futuro, cuando se restablezca el orden en España), no olvidemos a ese respecto que dicha presunción se trata de un derecho socialmente universal reconocido en el Título I (De los Derechos y Deberes Fundamentales), Capítulo II (Derechos y Libertades), Sección 1ª (De los Derechos Fundamentales y de las Demás Libertades Públicas) de la Constitución Española de 1978 y que, conculcarla es atentar contra el Estado de Derecho y la propia democracia.

Dejando a un lado ese atentado a las libertades públicas del enfermizo feminacismo que padecemos en España y el consiguiente delito de prevaricación que aprobarla, ponerla en vigor y aplicarla supone y supondrá, decíamos, resulta que sus promotoras son tan absolutamente torpes, estúpidas, inmorales e intelectualmente mal formadas que, guiadas por su supremacismo repugnante y sexista, han pergeñado una ley no solamente injusta e inconstitucional, sino absolutamente incoherente desde la misma exposición de motivos en la que solo se habla de mujeres y niñas olvidando al resto de la población de tal suerte que si un sátiro palmea las nalgas de un individuo hembra incurre en gravísimos problemas (salvo que sea una mujer, una “sátira”), pero no sucede nada si hace lo propio con un individuo macho, puesto que este, por lo visto, pertenece a un colectivo apriorísticamente privado de derechos al que es lícito e incluso deseable vejar.
Del mismo modo: si un hombre considera que la mujer que le ha seducido ha utilizado artimañas que le han forzado a obrar sexualmente contra su inicial voluntad (por ejemplo un chantaje emocional o comentarios despectivos sobre su virilidad, o la misma amenaza de denunciarlo como autor de una violación si no la complacía, cosa que sucede de vez en cuando) no puede denunciar, no hay delito. Una mujer, en caso similar, sí…
Pues vale. Ancha es Castilla. Y poderosos los reflujos de las mareas. Todo se andará.

© Fernando Busto de la Vega.
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