HELADOS

No cometeré la aberración de asegurar que los helados son una religión, pero sí aseveraré que se tratan de una práctica supersticiosa. Un sucedáneo de alimento y de placer que pasa por auténtico, del mismo modo que las falsas religiones son un sucedáneo de misticismo que nos venden como genuino.

En este momento, amigos, estoy despertando de las predicaciones de los falsos profetas del helado de chufa (de horchata lo llaman ellos) por la única vía religiosa posible para encontrar la verdad: la revelación mística. En otras palabras: después de tomarme uno de estos helados.

Cierto, la diablesa rubia, pianista y valenciana que aprovechando el puente (¿existe este puente en Austria? No sé, pero ella está aquí, ha venido a ver a su familia en Valencia) ha regresado de Viena para introducirme en esta nueva secta levantina es lo suficientemente seductora como para conducirme al error, pero no tanto como para hacerme persistir en él…

Ahora, sin poder evitarlo, la contemplo desde el mismo prisma que a otros falsos profetas del helado, como aquella ex-novia que se empeñó en hacerme probar el helado de pitufo (de tan llamativo como sospechoso e insípido color azul eléctrico) o aquel primo (literal) que en Gijón pretendió inútilmente iniciarme en los misterios del helado de fabada.

Naturalmente, lograré perdonarla…pero difícilmente olvidaré. Y eso que ahora mismo voy a tomarme otro de esos dichosos helados de chufa valenciana…soy contradictorio, lo sé.

Amenaza la pianista rubia, por otro lado, con untarse su apreciable anatomía con el ungüento pecaminoso del blanco helado de horchata y ello me devuelve a la religión y el misterio con su aterradora aparición de Belcebú…

Recordemos que Belcebú es el Señor de las Moscas (en directa competencia con San Narciso) y traeré a colación cierto episodio en que otra preciosa indocumentada quiso poner de relieve su hermosa anatomía untándose de miel…naturalmente atrajo a las moscas y otros insectos y librarla de ellos costó un triunfo. Incluso después de tres intensas duchas calientes le revoloteaban alrededor con exaltada lubricidad mientras intentábamos cenar en una terraza…le conté entonces que aquel, el de cubrir jovencitas desnudas de miel y dejar que las devoraran los insectos, era uno de los crueles métodos de tortura y asesinato que utilizaba la condesa Erzsebet Bathory para su disfrute personal.

ERZSEBET BATHORY, INTERPRETADA POR PALOMA PICASSO, HIJA DE PABLO RUIZ-PICASSO Y LA ESCRITORA FRANÇOISE GILOT, EN LA PELÍCULA CUENTOS INMORALES (1973) ELIGIENDO ENTRE HERMOSAS JOVENCITAS A QUIENES CONTRIBUIRÍAN CON SU SANGRE A SU BAÑO REJUVENECEDOR.

No le sirvió de alivio a la pobre, que vivió atormentada varios días por enjambres de insectos a pesar de sus muchos baños de inmersión (nunca en sangre, pero sí en otros compuestos poco santos para tratar de evitar su dulce olor) y, además, no encontró ningún placer en que la hiciera ver la película arriba citada (Cuentos Inmorales, 1973), donde, por cierto, no se unta a ninguna jovencita encuerada de miel.

Mi pianista lo tiene, en todo caso, peor: hoy se celebra la Lieja-Bastoña-Lieja y existe la posibilidad de que Pogacar conquiste el Tríptico de las Ardenas como solo los grandes pueden. Ni untada de chocolate y contoneándose lasciva rodeada de moscas logrará mi joven y hermosa rubia distraerme de la carrera…los hombres, cuando llegamos a ciertas edades y las competiciones deportivas son lo suficientemente apasionantes…ya se sabe.

© Fernando Busto de la Vega.

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