
El mundo está así: existen determinados leones en África cuya muerte se publicita y llegamos a conocer conmoviéndonos con ella sin que los millares de muertes evitables de humanos de ese mismo continente nos importen lo más mínimo. Esa es nuestra naturaleza y no voy a deplorar lo que todos deploramos. Prefiero filosofar en positivo.
La noticia difundida por diferentes medios indica que Bob Junior, conocido como el Rey del Serengueti, ha sido asesinado, tras siete años de dominio, por tres jóvenes leones advenedizos aliados contra él, que ya era viejo.
Ese es el fin de todos nosotros: tarde o temprano la enfermedad o los enemigos acabarán con nosotros. Moriremos y acabaremos siendo cadáveres olvidados y pútridos en cualquier campo o en cualquier fosa sin que ya nadie nos recuerde. Sic transit gloria mundi. Lo sabemos. Pero en la vida y la muerte de Bob Junior tenemos todos una gran enseñanza y, especialmente, los adocenados y degenerados occidentales.
El poder, el triunfo y la gloria son pasajeros, nuestro fin es el desastre y el olvido, pero no valemos nada si no tenemos el valor y la audacia de luchar y vencer, de alcanzar nuestras metas, que deben ser altas, grandes y loables convirtiéndonos en reyes, en conquistadores. Al cabo es menester saber marchar con altivez y dignidad, combatiendo a ser posible contra nuestros enemigos.
El ansia de gloria y de triunfo y el valor para mantener el orden que establezcamos y morir en combate cuando llegue el momento son valores fundamentales de la ética verdadera. Las religiones abrahámicas imponen la sumisión a un dios, el dogma y la humildad como valores básicos de la vida. Las dhármicas la resignación y el abandono del mundo. Yo soy pagano, seguidor de Zeus-Ahura Mazda y todos los dioses y diosas que apoyan a los fuertes, a los héroes, a los valientes que buscan la propia deificación con actos grandes y las virtudes firmes de la areté al servicio del Recto Orden. Para mí la muerte en combate contra tres jóvenes advenedizos del rey Bob Junior es honorable, deseable y le abrirá sin duda las puertas del Elíseo.
Desgraciadamente no existen hombres a mi alrededor, en Occidente, a los que pueda respetar del mismo modo que a este león y eso nos conducirá a la extinción.
© Fernando Busto de la Vega.