
Curiosamente, todos los citados provienen del cono sur, puede que sea casualidad.
No obstante, el provincianismo acomplejado inherente a la cultura de esos países, el subsiguiente complejo de inferioridad camuflado de prepotencia intelectual y el rechazo visceral a la herencia española que conducía a estos escritores, como si fueran indígenas africanos deseosos de ser admitidos en buenas universidades, a infames procesos de aculturación y mimetización con tradiciones ajenas como la francesa o la anglosajona conforman en buena medida la insulsa banalidad de sus aportaciones literarias y su candidatura al olvido. No es, pues, casualidad que la lista de atañidos por el título se centre en una zona geográfica concreta. Aunque en próximas entradas dirigiremos la artillería contra otros nombres y otras geografías, conviene ir desmantelando las falacias literarias engendradas por el siglo XX para abrir camino a una profunda renovación en el siglo XXI.
El más fácil de eliminar de los citados es Pablo Neruda a quien solo su afiliación al comunismo le hizo grande. El comunismo, igual que ahora el feminismo, tenía como táctica, para presentarse como opción moral e intelectualmente superior, jalear a los artistas y escritores afiliados a sus estructuras o afines a ellas. De eso se benefició un poeta por lo demás mediocre y olvidable como el citado. Neruda es Neruda por comunista, no por poeta. Dejémoslo ahí.

Borges y Cortázar adolecen de un mal muy propio de los criollos ilustrados. Ya lo hemos dicho: complejo de inferioridad con respecto a Europa, provincianismo y renuncia a sus verdaderas raíces españolas, lo que les conduce a una hipercaracterización como escritores inscribiéndose en corrientes vacuas, pero aclamadas como vanguardistas por los mediocres medios intelectuales franceses y anglosajones y, por lo tanto, a construir una obra sin interés, raíces ni futuro. La propaganda de los intelectuales aquejados de sus propios males tanto en América como en Europa se encargó de colocarlos en pedestales de barro de los que va siendo hora derrocarlos. Argentina debe repensarse en todos los sentidos, pero, sobre todo, en el intelectual y literario.
En cuanto a Benedetti…pura superficialidad. No abundaré más en ello.

© Fernando Busto de la Vega.