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DON HILARIÓN, UN SUGAR DADDY DE ANTAÑO.

Una de las cosas que más me revienta del siglo XXI es ese adanismo basado en la absoluta ignorancia del pasado que conduce a pensar que todo lo relacionado con el amor o el sexo es una invención reciente que adquiere carta de naturaleza en cuanto los yanquis (campeones de la represión y el puritanismo que andan descubriendo el mundo ahora) lo identifican y le ponen un nombre en inglés. Pero lo cierto es que, mal que les pese a los millennials y a la generación Z, todo estaba ya inventado en la época de los romanos e incluso milenios antes. Desde el género fluido al fenómeno queer o el poliamor. Con otros nombres, otras costumbres y mayor o menor publicidad, pero todo existía ya.

Ahora, el sensacionalismo de la prensa (reducto provinciano, conservador y cutre donde los haya en nuestra sociedad) se dirige con fingido asombro y enquistado escándalo a las relaciones entre sugar daddies y sugar babies como si fueran el colmo de la modernidad y de la decadencia. Se olvidan de las queridas a las que los próceres del franquismo les “ponían piso” y una mercería o boutique, o de las cortesanas del siglo XIX…

Esa relación interesada y más o menos encubiertamente sexual entre un hombre de edad acaudalado y jovencitas que se dejaban querer y mantener procurando ofrecer lo menos posible a cambio (más alegría y adulación que sexo) ha existido siempre. Pondré un ejemplo señero: el Don Hilarión de La Verbena de la Paloma.

La Verbena de la Paloma es un sainete lírico, una zarzuela del género chico, con libreto de Ricardo de la Vega y música de Tomás Bretón estrenada el 17 de febrero de 1894 en el Teatro Apolo de Madrid. La historia es, o debería ser, bien conocida: un boticario entrado en años pretende, con el beneplácito de la tía de ellas, a dos jóvenes de la clase obrera (una morena y una rubia hijas del pueblo de Madrid) y se las lleva a la verbena de la Paloma donde tiene que enfrentarse con el novio despechado de una de ellas. Un sugar daddy de antaño.

Añado que, según el libretista, la historia está basada en hechos reales, lo que demuestra que ya en el Madrid de 1894 había sugar daddies y sugar babies, aunque los americanos no le hubieran puesto nombre y agencias especializadas al fenómeno. También que he citado La Verbena de la Paloma, pero podría haber recurrido a novelas como La Dama de las Camelias ( Alejandro Dumas hijo, 1848) o Nana (Emile Zola,1880), bibliografía, sobra.

NOTA.- La segunda fotografía representa a Liane de Pougy, famosa cortesana de finales del XIX y principios del XX, bailarina, escritora, bisexual reconocida y, finalmente, monja en su vejez.

© Fernando Busto de la Vega.