¿Y SI FUERA COSA DE LA EDAD?

Decía Manuel Fraga Iribarne que a los cuarenta años te entra la prisa. El tiempo empieza a acelerarse y comprimirse y cada vez quedan menos ocasiones de alcanzar las más íntimas ambiciones. Él, en 1962, justo cuando cumplía los cuarenta,, se convertía en ministro de Información y Turismo, puesto que mantuvo hasta los cuarenta y siete. Después llegaron las maniobras políticas para alzarse a la cabeza del Gobierno (1969-1989) que le convirtieron, admitámoslo sin ambages, en un fracasado si bien, durante quince años, entre los sesenta y ocho y los ochenta y tres pudo gozar de una dorada satrapía autonómica sobre la que jugar a gobernar.

Pero no es de Fraga Iribarne de quien quiero ocuparme, sino de Putin y su cuadrilla de silovikis.

A menudo no reparamos en el hecho, a mi modo de ver crucial, de que todos ellos transitan ya por el inicio de su séptima década de vida. El tiempo se les acaba y durante el último cuarto de siglo solo han sido capaces de auparse al poder y mantenerlo en medio de una mediocridad apabullante y una corrupción galopante. Bien mirado, ante la Historia no son nada. Apenas unos robaperas de cuarta que no han sabido recuperar el poder y la influencia de los que disfrutaba la URSS en la que se educaron. Esta es una verdad que su propaganda puede ocultar a sus súbditos actuales, pero que perdurará inmisericordemente desnuda durante siglos, milenios…aunque los milenios, admitámoslo, estaban destinados a olvidarlos como irrelevantes y mediocres de mantener su perfil del último cuarto de siglo.

Tienen setenta años, los lujos y los privilegios dejan de tener importancia (¿de qué sirve poder pagarte las mejores putas si ya no se te levanta o disponer de los licores más caros si te elevan la tensión arterial y te provocan acidez de estómago?) y se enfrentan a la eternidad. A la necesidad impúdica de dejar un legado.

Ignoro cuales son sus creencias religiosas y si alguno de ellos piensa en llegar al otro lado con un expediente limpio. Lo cierto es que, como demuestran los hechos, se ha apoderado de ellos el pánico a la irrelevancia histórica.

¿Y si todo este asunto de Ucrania fueran solo cosas de la edad?

Los yayos mandamases rusos son conscientes de su mediocridad y están dispuestos a ganarse un lugar en la posteridad (aunque sea sombrío y despreciable) a costa de la sangre de los jóvenes propios y ajenos. Terrible forma de vampirismo erostratista en absoluto infrecuente en la Historia.

Los dioses nos guarden de los viejos fracasados que disponen de demasiado poder (y armas nucleares).

© Fernando Busto de la Vega

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