
El régimen de 1978 en España, diseñado por nuestros enemigos para debilitarnos, no deja de ser una anomalía estructural que permite otras absolutamente inconcebibles en el devenir natural de la política y de la Historia.
Cinco años después del golpismo institucional perpetrado por los independentistas catalanes (cuya existencia ya es en sí misma una muestra de la naturaleza cancerígena del régimen liberal de 1978) y, sobre todo, de su fracaso, esa gente sigue instalada en el poder regional y en sus trece sin que nadie haya anulado la autonomía catalana (ilegítima desde el mismo instante en que se utiliza como trampolín para alcanzar una independencia indebida y utilizar los recursos del Estado para sustentar un entramado de partidos y organizaciones antiespañolas que fomentan el odio, el fanatismo y las mentiras para salirse con la suya), aplastado sin misericordia a los rebeldes ni tomado las riendas políticas, económicas y sociales en la región sublevada.
Esos delincuentes, traidores a los que solo cabe aplicar, hasta en las escalas más bajas, la máxima pena (la traición se paga, y siempre se ha pagado, con la vida) han debilitado y perjudicado a España, han arruinado a la región del Aragón Oriental (me niego a utilizar el ideologizado vocablo “Cataluña”), la han abandonado a la delincuencia, han destruido sus servicios públicos y, lo más importante: solo han reunido un puñado de fanáticos en la absurda “celebración” de su derrota del 1 de octubre de 2017.
Que sigan en el poder es una anomalía política e histórica y una prueba irrefutable de la inoperancia del régimen liberal en España.
Tarde o temprano habrá que tomar medidas serias y cambiarlo.
Sobre la democracia española ver aquí y aquí.
© Fernando Busto de la Vega.
¡Bravoooo…! No debemos cansarnos nunca de gritarlo…
👌
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