
La hipocresía tanto de los sindicatos como de los organismos públicos en España es inmensa, delictiva e inmoral. Por eso, la aritmética médica que vamos a denunciar en esta entrada tiene mucho de gramática parda (y desvergüenza absoluta).
Los médicos, sobrepasados, dicen, por sus obligaciones en el ámbito público donde son funcionarios asentados, se han puesto en huelga para conseguir atender a un cupo limitado y preestablecido de pacientes a los que atender diariamente. Su argumentación se basa en la mejora del servicio que dicen pretender dar a dichos pacientes. Pero ellos y los sindicatos que los representan saben que ni el Ministerio de Sanidad ni las consejerías autonómicas del mismo ramo van a contratar más médicos para hacer frente al exceso de pacientes, por lo tanto el cupo establecido, lejos de mejorar la atención médica de los mismos, sirve solo para aumentar las listas de espera, empeorar la eficacia de la sanidad pública y estimular el negocio privado en el que los mismos médicos, por las tardes, pueden hacer el mismo trabajo que por las mañanas en el servicio público consiguiendo mayores beneficios al tiempo que los ya establecidos bloquean el acceso al mundo laboral de los jóvenes asegurándose así un medio profesional sin competencias indeseadas.
Luego, esos mismos médicos y sus sindicatos hablan de defender el sistema público de salud y de favorecer el acceso a la profesión de los jóvenes a los que ellos mismos excluyen forzándolos a emigrar una vez que han adquirido una excelente formación en las universidades públicas del país.
La aritmética parda de los médicos y de sus sindicatos, así como la de los organismos públicos, resulta, por lo tanto, milagrosa, puesto que en ella dos más dos jamás sumarán cuatro y la cuadratura del círculo se intenta a martillazos.
En otras palabras: el corrupto y estamental gremio de los médicos establecidos, que han conseguido seguridad laboral como funcionarios, abusan del sistema para beneficiarse de la sanidad privada y los corruptos políticos españoles, untados por los lobbies de la medicina privada, les permiten salirse con la suya mientras la sanidad pública se adelgaza y agoniza en beneficio de la instauración del negocio privado al modo estadounidense en España.
Más adelante, cuando destruyamos el régimen corrupto de 1978, restablezcamos el orden y exijamos responsabilidades y castigos, nos llamarán tiranos y dictadores. Pasa siempre, los inmorales y los delincuentes nunca van faltos de retórica ni de justificaciones y disculpas. Pero dos más dos siempre deben ser cuatro, o algo falla. Y, si falla, es estafa.
© Fernando Busto de la Vega.