
En los últimos tiempos ha surgido un nuevo mantra del “Estado de Bienestar” que nos gobierna considerándose con derecho a decidir por nosotros y a imponernos la intervención en nuestra vida diaria y personal de “expertos” destinados a diseñar nuestro comportamiento y pensamiento de acuerdo con el dogma que pretenden imponer.
Vivimos un avanzado proceso de totalitarismo “tecnocrático” que poco a poco y por diversas vías, todas ellas amparadas por unos Estados que no defienden precisamente los intereses del pueblo y en los que los parlamentos solo juegan un papel teatral para escenificar una supuesta democracia inexistente y vulnerada por los poderes que se esconden detrás del conveniente escenario.
Ahora, los medios de comunicación y políticos y funcionarios muy preocupados por la población están empezando a lanzar la idea de que, especialmente los jóvenes, tienen gran cantidad de problemas mentales y que es preciso proporcionarles ayuda psicológica.
Están tratando de convertir en enfermedad el descontento causado por políticas destinadas a empoderar y enriquecer más a los poderosos y ricos arrebatando las oportunidades a los jóvenes. En todos los regímenes totalitarios, la disidencia ha sido perseguida bajo el estigma de la enfermedad mental, se trata de un hecho histórico.
Es preciso recordar a este respecto que la “normalidad psicológica” no es un concepto neutral y aséptico sino un dogma impuesto desde el poder.
Que el Estado y los poderes económicos empiecen a dudar de la salud mental de los jóvenes y a pretender ponerlos de un modo u otro bajo tutela de funcionarios de un oculto Ministerio de la Verdad con el nombre de terapeutas y psicólogos no augura nada bueno.
Lo que viene va ser peor que el nazismo o el estalinismo….es preciso comenzar a prepararse. La sublevación será necesaria. Volvámonos locos.
© Fernando Busto de la Vega.
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