
La prensa española y la televisión en prime time (por ejemplo: no hace mucho El Hormiguero) no dejan de publicitar al grupo ruso de activistas “feministas” y “LGTBI” Pussy Riot como si se tratara de verdaderas estrellas, como si contasen con el masivo seguimiento del público y la gente se identificara mayoritariamente con lo que representan. Sin embargo, es público y notorio que han debido suspender su gira española por el bajo nivel de venta de entradas. En otras palabras: no son nadie y nadie, o poquísimos, se identifican con el grupo y desean ver sus actuaciones.
He ahí un excelente ejemplo de la doble realidad que vivimos en España: el dogma que ciertos lobbies poderosos y subvencionados (que, por cierto, tienen como efecto incidir negativamente en la demografía y promocionar la extinción de las líneas genéticas que nos han caracterizado durante milenios) imponen desde las instituciones y los medios de masas y el verdadero interés del pueblo.
No voy a extraer las conclusiones del evidente hecho para no verme opacado por ciertos algoritmos. Diré, simplemente, que sería bueno reflexionar sobre esto. Pensad.
¿Quién maneja nuestra barca que a la deriva nos lleva?
© Fernando Busto de la Vega.
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