
En tiempos de incertidumbre como estos, lo mejor es refugiarse en el placer sereno (o en el tumultuoso si se tienen a mano un par de mujeres ardientes y complacientes con las que fornicar y reír) y no renunciar al vino ni a la belleza mientras se escuchan palabras de sabiduría milenaria. Personalmente, me gusta, a veces, brindar a través de los siglos con Omar Jayam y hoy quiero hacerlo públicamente, en esta charla intemporal y muda aderezada con buen vino, mejor talante y una sonrisa relajada nacida de la confianza en el infinito y el desprecio hacia lo contingente.
Así pues, reproduzco aquí tres de los poemas de Jayam, que no serán hueros e inútiles en tiempos como los que corren.
¿Temes lo que pueda traerte el mañana? No te apegues a nada, no interrogues a los libros, ni a tu prójimo. Ten confianza. De otro modo, el infortunio no dejará de confirmar tus temores. No te preocupes por ayer, ya ha pasado. No te angusties por mañana, aún no ha llegado. Vive sin nostalgia ni esperanza, tu única posesión es el instante.
Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden: amanece. Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: anochece.

Cierra tu libro y piensa. Mira impasible al Cielo y a la Tierra. Da al pobre la mitad de tus bienes, perdona las ofensas, no le hagas daño a nadie y apártate a un rincón si quieres ser dichoso.
Son los versos de mi amigo Omar en los que ahora meditaba, con mi copa de vino en la mano. Ya es de noche, pero sé con certeza que amanecerá.
Y no olvidemos a ese respecto al amigo Juan de la Cruz.
© Fernando Busto de la Vega.