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CASO LUCIO DUPUY: OTRO CRIMEN QUE NO CONVIENE CONTAR.

LUCIO DUPUY, EL NIÑO TORTURADO Y ASESINADO POR SU MADRE Y LA NOVIA DE ESTA EN ARGENTINA. QUE LOS DIOSES LE CONDUZCAN AL MEJOR PARAÍSO.

La experiencia me ha enseñado que este tipo de entradas (véase El Irlandés Violado u Otra Violación Que Se Silenciará) no son nada populares, pero me da igual. Es preciso combatir con la realidad el totalitarismo del progresismo y su vertiente feminista que filtra las noticias que llegan al gran público decidiendo según sus intereses propagandísticos a cuales conviene darles pábulo y publicidad y a cuales no, especialmente si estas ocurren fuera de las fronteras españolas.

Pero necesitamos saber, enfrentarnos a la realidad y, sobre todo, confrontar a esas radicales doctrinarias con ella. A ver qué dicen. Aunque ya lo sabemos. Cuando la víctima es un hombre, no importa.

Y esa forma de pensar, se traduce, a veces, en crímenes como el que motiva esta entrada.

La Pampa, Argentina: 26 de noviembre de 2021. Una mujer lleva a un niño de cinco años, Lucio Dupuy, en brazos al hospital. El niño agoniza entre convulsiones y hemorragias, no tarda en morir. No es preciso llegar a la autopsia para que el personal sanitario detecte los malos tratos y torturas a los que el niño ha sido sometido durante meses. No tardan en producirse las detenciones.

La mujer que llevó al niño al hospital, Abigail Páez, es la novia de la madre del mismo: Magui Espósito. Ambas son detenidas. Las investigaciones determinarán que no solamente sometieron al niño a palizas constantes, al hambre, la sed y otras torturas. Además llegaron a sodomizarlo y a arrancarle los genitales a mordiscos o, al menos, a intentarlo. Todo ello por odio confesado a los hombres.

Naturalmente, cuando Magui se divorció de su marido, los jueces acabaron entregándole el niño a ella. Así son las cosas, a eso conduce la rutina doctrinaria. A no estar en guardia, a no examinar con detenimiento los expedientes, a beneficiar siempre al mismo colectivo independientemente de las condiciones objetivas de los individuos a ellos pertenecientes.

Que nadie se equivoque. No estoy aquí acusando a las lesbianas en general de procedimientos y comportamientos psicopáticos como los descritos. Al contrario, y tampoco quiero reclamar que se les arrebaten derechos. Insisto: no hablo, ni quiero hablar, de colectivos sino de individuos. Mi enemigo es la generalización interesada, no las personas decentes se acuesten con quien se acuesten.

Mi intención se circunscribe a dos propósitos exclusivos:

1º) demostrar la hipocresía y la sutil censura ejercida por ciertos estamentos ligados al feminismo y a cierta militancia gay, estamentos que mienten y manipulan la información para su propio beneficio, lo que les aleja de los estándares propios de movimientos honrados y democráticos, sobre todo porque no lo son: están tratando de imponer una dictadura y acaparar el poder (y el dinero a él asociado).

Y 2ª) demostrar que la violencia, la psicopatía y la maldad no son patrimonio exclusivo de los hombres. Existen personas buenas y personas malas, sin que lo que lleven entre las piernas influya para nada en su condición.

Parecen dos propósitos muy limitados, pero bastan por sí solos para destruir la demagogia, la propaganda y el sectarismo feminazi y gay-fascista y restablecer un orden saludable, sometido a la razón y verdaderamente igualitario.

© Fernando Busto de la Vega.