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TANGAS Y HAIKUS

Amigos no lectores, porque este será un artículo poco visitado, hoy me encuentro en uno de esos días. Hoy sonreiré en silencio y dejaré que otros me expresen. Hoy es un día de haikus que quiero compartir con vosotros…si es que entráis aquí.

HAIKUS

Luciérnaga en vuelo;
—¡Mira!— iba a decir,
pero estoy solo.
 Tan Taigi

Sufría y sudaba 
y, al alcanzar la cima, 
¡Zarzas en flor!
  Yosa Buson

Aquí estoy,
simplemente,
cae la nieve.
  Kobayashi Issa

Día de primavera:
de un tiesto olvidado,
brota una flor. 
  Masaoka Shiki

No me detendré, 
si he de caer que sea
entre los tréboles.

  Kawai Sora

Cuando parta,
dejadme ser, como la luna,
amigo del agua.
  Mizuto Masahide

Día de primavera,
gorriones en el jardín
bañándose en arena. 
  Uejima Onitsura

Tras su reflejo
vuela por el arroyo
una libélula
  Kaga No Chiyo.

Subes despacito al Fuji, 
pero subes, caracolito. 
Kobayashi Issa.

Es todo en este apartado, hago notar que no he citado a Basho, quizá por lo que expliqué aquí.

Pero, a pesar de todo, aunque todavía oculta, yo también tengo mi voz y quizá me decida hoy a murmurar algunas cosas. Quiero advertir que jamás escribí ni deseo escribir haikus, que están muy bien para los japoneses, pero no sirven para expresar mi punto de vista. No por ello estoy del todo lejos de la filosofía del haiku, aunque a mis garabatos prefiero denominarlos “tangas” porque son una minúscula pieza llamativa que resalta la belleza circundante sin vulnerar los necesarios enigmas subyacentes. Pueden parecer simples, pero ocultan más de lo que muestran, y mucho más importante. Dejaré aquí una pequeña muestra.

TANGAS (DE EL GORRIÓN SOBRE LA RAMA DESNUDA)

© De los tangas siguientes, Fernando Busto de la Vega.

Niebla y río
son el mismo frío.


Pétalos de almendro y copos de nieve
danzando en torbellinos salvajes y alegres. 


Ama y sonríe, 
se humilde, se simple. 


Ser mariposa un solo día...
La muerta oruga ¿ qué diría?


Aún es fría el alba de primavera,
cárdenas lejanías de nubes severas.


TANGAS (DE EL OTOÑO Y TODAS SUS FLORES)

El color de la sandía
¿es verde, es rojo?
sonrisa de vida sin enojo.


Soledad, hojas, charcos y barro,
camino de lodo y guijarros.


¿Hay peces en este río?
murmullo de cristal y frío.

Luz, ese milagro cambiante,
cada eternidad, un instante. 


El humilde, turbio, sucio charco
refleja el límpido cielo zarco. 

Y cese aquí.

© Fernando Busto de la Vega