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DOCE CLASES DE BARCOS CONTRA LA PIRATERÍA

Fragata

Tengo dos intereses que no suelen ser compartidos por el gran público (razón por la cual estoy casi seguro de que esta entrada no cosechará demasiados visitantes): la Historia no solo en trazo mayor sino en detalles nimios (que permiten documentar debidamente novelas de época) y la salvaguarda de vocablos ya olvidados y en peligro de extinción como son muchos de los técnicos marineros. Aquí vamos a darle pábulo y cabida a ambos.

España, como imperio extendido por cuatro continentes y que durante varios siglos sustentó el mayor porcentaje del comercio mundial, sufrió más que nadie la piratería. Ingleses, holandeses, franceses, estadounidenses, berberiscos, hispanoamericanos, malayos, jolóes y mindanaos…todos estos y muchos más se dedicaron a la piratería contra España y esta se vio en la necesidad de defenderse de ellos en todos los mares y en todos los escenarios posibles, lo cual condujo a desarrollar e incluso adaptar una larga serie de diferentes tipos de barcos destinados a combatir la piratería. Aquí enumeraremos doce de los más importantes.

1.— FRAGATA: Las fragatas surgieron en el mar del Norte a finales del siglo XVI y principios del XVII estando pensadas desde el principio para el corso.

Curiosamente, fueron los corsarios al servicio de España los que comenzaron a utilizar fragatas obligando a las marinas inglesa y holandesa a proveerse de ellas. Generalmente eran de vela cuadrada y llevaban todos sus cañones en una sola cubierta.

2.— GOLETA.- Barco pequeño, muy maniobrero y que necesitaba poco personal para su manejo.

Goleta

3.— PAILEBOTE : Era una goleta pequeña y sin gavias y con el trinquete más corto. De origen inglés.

Pailebote

4.— BERGANTÍN: Embarcación de dos palos (mayor y trinquete) con bauprés y velas cuadradas.

Surgió en el siglo XIII en el Mediterráneo como una evolución de la galera, propia de piratas. A partir del siglo XVII empezó a utilizarse en el Atlántico, ya sin remos.

bergantín.

5.— FALÚA: Embarcación ligera y estrecha utilizada principalmente en los ríos y en los puertos. Se utilizaba contra piratas malayos y filipinos en esteros, manglares y otras zonas de poco calado, incluyendo ríos.

falúa

6.- FALUCHO: Embarcación pequeña con un mástil de vela latina utilizado para el comercio y la piratería en África del norte y Próximo Oriente. Se adaptó también para luchar contra la piratería en el Mediterráneo y en Filipinas.

falucho.

7.— POLACRA: Embarcación con casco similar al jabeque y palos similares al bergantín.

Polacra.

8. — JABEQUE: Surgió en el siglo XV en el norte de África como barco de pesca, pero pronto fue adoptado por los piratas berberiscos, razón por la cual España también lo utilizó para combatir dicha piratería. Algunos se enviaron al Caribe para perseguir y combatir a los bucaneros.

JABEQUE.

9.— PATACHE: mezcla de goleta y bergantín utilizado habitualmente como guardacostas.

Patache

10.— BALANDRA: embarcación tipo cúter, de un solo palo. Muy veloz.

balandra

11:- BARANGAYAN: Barco filipino de remos, grande, muy rápido y de poco calado utilizado contra los piratas filipinos que solían refugiarse en esteros, ríos y zonas poco profundas para eludir los barcos españoles más grandes. No se usaban clavos en su construcción

barangayán.

12.— VINTA: embarcación hecha con un tronco ahuecado y aguzado por ambos extremos. También se empleaba en la llamada Marina Sútil de Filipinas para combatir a los piratas de Joló y Mindanao.

Vinta

EL TÉ ( Y EL OPIO) INGLÉS Y LOS PIRATAS FILIPINOS

piratas de Joló

Los españoles se asentaron en Manila en 1571. Ya para entonces la expansión del islam y su natural consecuencia: la piratería (que los mismos musulmanes impulsaban en el Mediterráneo) se encontraban en pleno auge, lo que supuso un problema para los intentos españoles de asentar la paz y la civilización en el archipiélago. Hacia 1640 el gobernador Hurtado de Corcuera había ya aplastado los sultanatos de Joló y Mindanao acabando con la piratería.

Sin embargo, a partir de 1650 esta se reprodujo espectacularmente durando dos siglos largos. ¿La causa? Sencilla: los intereses de los ingleses y los holandeses.

Durante esos siglos el negocio del té y del opio (este alcanzó su apogeo después de las guerras del opio contra China 1839-1842 y 1856-1860) enriqueció a los especuladores ingleses que, para abaratar costes, solían utilizar mano de obra esclava que, lejos de provenir de África, se adquiría a los piratas de los sultanatos de Joló y Mindanao que la capturaban en sus numerosas incursiones contra las islas filipinas controladas por los españoles. Para favorecer las maniobras de los piratas musulmanes filipinos, ingleses y holandeses les vendían armas modernas para que pudieran enfrentarse con éxito a las autoridades españolas y, a menudo, hasta participaban como artilleros o arcabuceros en dichas expediciones piráticas destinadas a capturar esclavos cristianos en Filipinas y debilitar la presencia española.

De los esclavos negros transportados a América se ha hablado mucho, de los filipinos conducidos a Ceilán e India, muy poco o nada. Nos encontramos de nuevo, y ya hemos hablado aquí alguna vez de ello, ante los interesados sesgos de la Historiografía manejada por los anglosajones y del racismo antiespañol y anticatólico que impera en el mundo. Clichés que hay que romper para contar la Historial real, no la habitual propaganda guiri.

Es preciso, antes de concluir, señalar que los comerciantes de esclavos en África (por mucho que rechacemos su negocio), se limitaban a comerciar con mano de obra ya esclavizada por los propios africanos durante sus salvajes guerras tribales que a menudo incluían (sucedió hasta el siglo XX, quién sabe si hasta el XXI) el canibalismo, de modo que un africano vendido como esclavo podía considerarse afortunado de no haber resultado parte de un banquete de sus enemigos, mientras que los ingleses y holandeses, impulsaban la piratería joloana y de Mindanao para convertir en esclavos a súbditos cristianos y civilizados (a menudo con sangre española o directamente españoles) de una nación europea. Hay diferencia.

© Fernando Busto de la Vega.