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COSAS BUENAS DE LA GUERRA DE UCRANIA

Las máscaras han caído, el rey está desnudo.

Hay que admitirlo: las guerras desatascan la historia. No son buenas, no son deseables, tienen efectos inmediatos absolutamente nocivos, pero quiebran las barreras que estancan hasta la putrefacción el poder y la ideología establecidos y permiten la llegada y establecimiento de nuevas ideas. La guerra de Ucrania, que tantos problemas nos está causando y que tan peligrosa resulta, tiene, por lo tanto, sus cosas buenas. Enumeremos algunas.

El siglo XIX demostró que el capitalismo solo genera miseria, explotación, destrucción social y medioambiental y represión estatal (aunque el régimen sea parlamentario) y los comienzos del siglo XX dejaron claro, no solo a través de la revolución rusa, sino también de la acción de un poderoso sindicalismo de clase, que la asimetría social causada por él resultaba insostenible. Llegó entonces el turno de la socialdemocracia y del keynesiasmo que basaban su filosofía en corregir las reconocidas deficiencias del capitalismo redistribuyendo, vía impuestos y estado del bienestar, parte de la riqueza acaparada por la oligarquía para que esta pudiera seguir en su puesto y beneficiándose del sistema. Socialdemocracia y keynesianismo son una forma de mantener a los ricos siendo ricos, no de preocuparse por los pobres o un intento de verdadera democracia.

A partir de 1976, sin embargo, todo cambió.

A lomos de la Revolución Moral Conservadora impulsada desde la Casa Blanca por Nixon y Ford después de su derrota frente a la libre exhibición de Garganta Profunda y que secundó Jimmy Carter, a la postre un evangelista sureño, los neoliberales radicales de la Escuela de Chicago se lanzaron a la conquista del Estado, de todos los Estados, logrando convertir su ideología en dogma a nivel mundial.

La culminación de ese tsunami neoliberal (y por lo tanto moralmente perverso en su puritanismo, egoísta, sectario, ocultamente teocrático y profundamente racista) fue la crisis de 2008 con la demonización de los europeos meridionales, que fuimos extorsionados, humillados, insultados (recuérdese el apelativo de PIGS) y estafados hasta casi la destrucción. En esa ocasión, en gran medida por la connivencia de gobiernos nacionales que eran simples títeres de la colonización germanico-protestante-neoliberal-globalizadora, el dogma impuesto por la Escuela de Chicago se impuso plenamente y con todas sus consecuencias imperialistas y racistas.

La crisis actual, la de 2022, nos ha permitido contemplar al rey completamente desnudo.

Resulta que ni Alemania, ni Inglaterra ni siquiera los Estados Unidos y los países nórdicos eran tan eficientes ni se encontraban en posesión de una verdad tan incontestable. Resulta que Alemania e Inglaterra se han sumido en el caos por sus propias contradicciones e ineficiencias, resulta que Francia no funciona, resulta que la globalización ha sido un fiasco que nos conduce a la falta de provisiones y a la carestía (léase inflación), resulta que los dogmas sagrados de 2008 son el origen de los actuales problemas y que los soberbios germanos judeo-calvinistas de entonces nos han conducido a una ratonera de difícil salida…

Algo bueno ha tenido la guerra de Ucrania: han caído las caretas, se han evidenciado las mentiras y estafas de nuestros “socios”…pero hay que tener cuidado, ello no significa que estemos en el umbral de un mundo nuevo. Cuando pase la crisis, volverán a intentar imponernos las mismas mentiras, a estafarnos del mismo modo…Estemos en guardia para que eso no suceda y verdaderamente un nuevo mundo, mejor, más viable y más justo se abra ante nosotros.

© Fernando Busto de la Vega.

UNA PREGUNTA A CUENTA DEL PLAN DE AHORRO ENERGÉTICO

Para empezar, no estaría de más que el lector tuviese claro lo que pienso del Plan de Ahorro Energético.

En cualquier caso, esta madrugada, mientras trataba de conciliar el sueño con la humilde ayuda, no ya del aire acondicionado sino de un simple ventilador, me ha venido a la mente esta pregunta:

—Siendo que el consumo de energía es algo puramente privado; siendo, además, que como consumidor pago esa energía a precio de usura (a causa de la incuria del Estado y sus sucesivos gobiernos que han tolerado y fomentado el chiringuito oligopólico de las operadoras energéticas y que a estas alturas todavía no las ha nacionalizado encarcelando a sus corruptos dirigentes abismados en la explotación del pueblo y en la especulación más indigna e inmoral) ¿Qué derecho tiene ese mismo Estado a imponerme la cantidad y el modo de utilización de dicha energía? ¿Pretenderlo no es a la vez un signo de incompetencia, de connivencia con los especuladores y de pura y simple tiranía?

Sí, claro, tienen toda una panoplia de argumentos moralmente plausibles para justificar sus actos. Pero solo son propaganda y excusas vacías para esconder su incompetencia, su corrupción y su autoritarismo.

Y es peor de lo que parece, porque resulta que todo esto viene a cuenta por la notoria incompetencia de los rapaces alemanes que, después de insultarnos y robarnos a manos llenas durante la crisis de 2008 (provocada en gran medida por su incompetencia y su avaricia) ahora tratan de esconder su fracaso convirtiéndonos una vez más en cabezas de turco y deudores de su mala gestión.

¿De verdad queremos seguir siendo socios de esa gente? ¿De verdad nos sirve para algo la Unión Europea?

Al final han sido unas cuantas preguntas más de las que prometía el título, pero todas ellas procedentes.

Y, para colmo, la sandía a precio de caviar…también por la incuria gubernamental.

© Fernando Busto de la Vega.