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ALGUNOS TRÍOS

La noche y el alcohol son propicios para las confesiones y los cotilleos (salvo si sales con mi amigo F.V., insigne jurista que al tercer whisky con Fanta naranja te arrima entre muecas agresivas unos monólogos sobre códigos y jurisprudencia que hacen ameno al Aranzadi) y, lo confieso, últimamente estoy saliendo bastante, quizá demasiado, y eso hace que, como buen escritor mayoritariamente abstemio, vaya acumulando interesantes confidencias y anécdotas acaso utilizables en ulteriores novelas y relatos. No obstante, quiero compartir aquí algunas sobre tríos que me han hecho en el último mes y medio y que sé os gustarán, sois golosos.

Ignoro cómo aparecen este tipo de conversaciones y confesiones en medio de la madrugada, pero acabo llevándomelas a casa y acumulándolas a guisa de material literario. Naturalmente, sólo me interesan aquellos lances que desbordan la aburrida anécdota sexual y alcanzan la condición de historia episódica que podría añadirse a una novela para enriquecerla o servir independientemente como cuento o excusa de tal. Sin embargo, sin demasiada elaboración y a modo de celebración de la primavera y excusa para pasar un rato humanamente ameno con cierto consumo, quizá, de líquidos espirituosos, quiero consignar algunas de estas situaciones confidenciales en trance de material literario en estas páginas.

TRÍO 1

Me lo contó el vértice femenino del mismo, ahora ya divorciada y sin contacto con ninguno de los dos individuos que lo protagonizaron con ella.

Resulta que el matrimonio ya no le iba del todo bien. La chica, a sus treinta y pocos, con casi una década de anillo a cuestas, se aburría con su marido y no pudo evitar algunos escarceos fuera del matrimonio. En el gimnasio conoció a cierto tipo mazado y ciclado que la obnubiló y, fascinada con su físico, procedió de dos modos distintos: por un lado se hizo amante del tipo y por otro indujo a su marido a iniciarse en los secretos de la musculación para tener en casa un sucedáneo adecuado para sus fantasías.

Pasado un tiempo, y como, si bien su marido se musculaba, la relación continuaba haciendo aguas y ella aburriéndose en todas partes, también en la cama, decidió proponer el trío y ambos individuos aceptaron, se reunieron en una habitación de hotel para llevar a cabo la fantasía en terreno neutral y empezaron a tontear, beber y bailar en albornoz después de ducharse por separado. Al cabo los albornoces cayeron revelándoles en su esplendorosa desnudez y los abrazos y los besos prometieron un desenlace apasionado…hasta que ambos tipos repararon en la musculatura del otro y comenzaron a comentar sus ejercicios, sus dietas, a hacer poses y retarse a series de flexiones y dominadas.

Al cabo, la chica acabó en cueros, viendo la televisión en la cama hasta dormirse mientras sus dos amantes seguían sudorosos y testosterónicos compitiendo en la alfombra para ver quien alcanzaba mayor número de sentadillas.

Las cosas no siempre terminan como uno esperaba.

TRÍO 2

Otro matrimonio. Ignoro como llegaron a la idea del trío porque mi confidente es el tercero en discordia. En cualquier caso, está claro que hay gente que se deja arrastrar y no está preparada para modernidades de ese tipo.

El asunto es que, al principio, todo fue bien. El marido y el tercero, que eran incluso amigos, se compaginaron adecuadamente y la mujer supo cumplir con su papel de gozne y centro de las atenciones…hasta que las cosas fueron a más.

Cuando la temperatura incendió la habitación y el sudor empezó a mezclarse sin recato con otros fluidos el marido comenzó una defensa al hombre. Allí donde el tercero buscaba hueco aparecía el marido desplazándolo a menudo incluso con codazos, empujones y patadas, cosa que fue enfureciéndoles a ambos mientras la mujer trataba por todos los medios de suavizar las tensiones y reconducir aquello hacia su finalidad primera…No lo consiguió. En uno de aquellos forcejeos, a menudo en posturas complicadas, el tercero le propinó un pollazo con su sedimento de líquido seminal incontrolado en la cara al marido, este se indignó y la cosa acabó en pelea salvaje.

La mujer, espantada, hubo de llamar a la policía que intervino para separar a los enfurecidos machos que salieron detenidos del nidito de amor.

TRÍO 3

Tres chicas, universitarias, experimentando, se meten en la ducha…resultado: tres piernas y dos brazos rotos tras resbalón colectivo, ningún orgasmo…y el tenerse que hacer rescatar a gritos y en cueros.

TRÍO 4

Tipo que convence a dos chicas hetero y sufre un gatillazo. Acaba lloriqueando en una esquina mientras ellas, en cueros y en la cama, cotillean vestidos en el móvil sin hacerle caso.

TRÍO 5

Otro tipo que se lleva al catre a una adolescente y a su mejor amiga, mayores de 16 años, todo legal aunque escandalice a algunos…resulta que ambas son vírgenes y se lo confiesan cuando ya no queda más remedio. No añadiré nada más al lance.

TRÍO 6

Otro trío lésbico de jovencitas, de nuevo universitarias. In media res las pilla la abuela de una de ellas…y se pone tontorrona: fuga en masa.

Cosas de la primavera y del placer. Glorifiquemos a Afrodita y Eros.

Y a título informativo, algunos consejos antes de un trío.

© Fernando Busto de la Vega.

ADOLESCENCIA, LEGISLACIÓN E IDEOLOGÍA

No nos engañemos: vivimos en un armazón jurídico ficticio, ineficaz y programático que no está pensado para resolver problemas o mejorar el presente y futuro de la sociedad sino para imponer modelos preconcebidos, pura ideología (e intereses de clase y de dominación capitalista), sobre el mundo. Los legisladores no están al servicio de la sociedad y de la nación, sino de facciones y sectas que aspiran, mediante su articulación como medios de presión y partidos políticos, a imponerse sobre la realidad. Eso sucede tanto entre los llamados progresistas como entre los centristas y conservadores, son la misma mierda en sacos distintos.

Personalmente no comulgo con esas ruedas de molino y aspiro (sé que soy un idealista, un ingenuo) a una acción de gobierno, y por lo tanto legislativa, centrada en la resolución de problemas reales y en la articulación de un futuro mejor partiendo de un análisis maduro, práctico y neutral de la realidad. En hacer de la moderación y la racionalidad la guía básica del rumbo a seguir apartando a las sectas demagógicas empeñadas en imponer su dogma sobre la realidad.

En ese sentido me preocupa especialmente, por lo que representa como proyecto de futuro y de esperanza, la juventud que, de lejos, es donde más se ceban las legislaciones dogmáticas de las diferentes sectas (del neoliberalismo al feminazismo) que padecemos.

Por mi edad conozco a los padres y madres que ahora se las dan de puritanos y de santos y sé lo que hicieron en veranos pretéritos. Cada cierto tiempo surgen estudios y encuestas alarmantes y sesgadas que dicen que los jóvenes de ahora (del ahora de cada instante) se inician en el tabaco, el alcohol, las drogas y el sexo mucho más temprano que antes…y son estudios y encuestas que mienten conscientemente. Las recuerdo desde que empecé a leer periódicos a los siete u ocho años y siempre son las mismas y con las mismas intenciones manipuladoras. La experiencia me indica que son mentira. He visto pasar décadas y las cosas, la evolución de los adolescentes, es siempre más o menos la misma. La naturaleza manda, como tiene que ser.

Por mi profesión, trabajo en institutos de secundaria desde hace años, conozco a los adolescentes actuales y puedo afirmar que no son esencialmente peores ni diferentes a los de épocas pasadas (si menos avispados, porque los crían entre algodones y los hacen memos sus papás y sus mamás, y con muchos más problemas psicológicos porque se ha metido al zorro dentro del gallinero: el acceso de los médicos a las personas siempre genera enfermos, el de pedagogos y psicólogos a los jóvenes siempre engendra problemas psicológicos donde no los hay. Luego, además, están las demenciales ingenierías sociales de los progres-femi-wokes que, a fuerza de dar pábulo a las teorías y deseos de teóricas de mentalidad enfermiza, acaban desquiciando a la chavalería) …y, añado, que, en general, me caen bien y tienen mi respeto.

Desde siempre, pero especialmente desde que el neoliberalismo y el feminismo (dos plagas de nuestro tiempo) adoptaron la Revolución Conservadora para alcanzar el poder social y político y establecer su tiranía, todos aquellos que dicen preocuparse por la educación y moralidad de los jóvenes, pretenden, en realidad, adoctrinarlos para conseguir su sumisión y adhesión acrítica en su vida adulta. De ahí el vaciamiento que bajo ambas ideologías concatenadas se está dando en la enseñanza media de los contenidos humanísticos. Se precisan adultos obedientes y crédulos y eso pasa por privar a los adolescentes de conocimientos y herramientas para forjar un pensamiento crítico. He ahí la verdadera corrupción de menores que se lleva a cabo con todos los parabienes del poder ejecutivo y las artimañas del legislativo y judicial.

Retomando el hilo de lo que pretendía expresar desde el inicio de estas líneas: la legislación debería partir de la realidad monda y lironda y orientarla del mejor modo posible para diseñar una sociedad sana, equilibrada y con individuos libres y lo más felices posible. No se hace así. Como hemos dicho: se parte de un estereotipo previo, una premisa falsa que trata de convertirse en cierta mediante la censura y la propaganda y se legisla para conseguir fines espurios que nada tienen que ver con el interés social ni con el correcto desarrollo de los adolescentes.

Vendarse los ojos y negar la realidad para aplicar un esquema preconcebido a la realidad solo conduce a la disfuncionalidad y la catástrofe y ya hemos dicho que este procedimiento se da desde todos los ámbitos del arco parlamentario (de hecho, los partidos políticos no representan a los ciudadanos sino a grupos de poder minoritarios razón por la cual dichos partidos son nocivos para la democracia y el desarrollo social y solo útiles para el parlamentarismo liberal y, por lo tanto, un mal a erradicar).

Nos guste o no nos guste hay varias realidades que debemos asumir para legislar. La primera es que los adolescentes, como corresponde a su edad, van a experimentar y desafiar las normas establecidas. En consonancia con eso, que el consumo de alcohol y de drogas son consustanciales, no de esta generación, sino también de la de sus padres y la de sus abuelos…no hay nada nuevo bajo el sol. Del mismo modo lo es el sexo, que con más o menos publicidad abarca todas las facetas posibles, incluyendo la intergeneracional por mucho que se prohíba y se persiga. Es así, nos guste o no y tenemos que aceptarlo para legislar y educar adecuadamente.

Ahora debemos decidir: ¿legislamos con sentido común, perspectiva amplia y neutralidad para acabar consiguiendo una sociedad libre, sana y equilibrada o nos mantenemos en el dogmatismo histérico para imponer esquemas preconcebidos que jamás encajarán con la realidad engendrando una sociedad hipócrita, enfermiza y disfuncional como estamos haciendo ahora?

© Fernando Busto de la Vega.

MASSACHUSSET, UNA LESBIANA

Leo sin ningún interés el entusiasmo con el que algunos, algunas y algunes acogen la noticia de que, en las elecciones estadounidenses de turno, el estado de Massachusset ha escogido como gobernadora a una lesbiana, una tal Maura Healey.

Hubo un tiempo en el que un gobernante podía follar con cabras, ser pederasta, sadomasoquista o pelársela compulsivamente sin que eso le importase a nadie siempre y cuando no fuese excesivamente público; las miserias, y el sexo lo es, siempre restan legitimidad y liderazgo. Un gobernante, y esto se sabía entonces tanto como se ignora ahora, tiene una sola misión: gobernar, y hacerlo bien. Ser útil a la nación y al pueblo. Con quien y como folla, no es de relevancia para el éxito de su gestión.

Que el hecho anecdótico de con quien se refocila el que manda se convierta en una categoría política y sea una noticia de referencia demuestra solo una cosa: lo vacía que ha quedado la noción política de Gobierno. Ya no importa la acción sino la inclinación sexual o el color de quien la lleva a cabo porque, en el fondo, el poder ya no reside en las instituciones sino en las grandes corporaciones y aquellas se han convertido en simple espectáculo, en propaganda que encubre la corrupción sistémica, la explotación y la represión. La democracia ha terminado. Pero, ojo: también cualquier otra forma de gobierno al margen del totalitarismo empresarial.

Estamos al final del camino… más cerca, por lo tanto, de iniciar otro mejor. Claro que hay que romper unos cuantos huevos, y apretar otros, si deseamos hacer una tortilla medianamente comestible.

Meditadlo.

NOTA.- He ilustrado esta entrada con una imagen que nos gustará a Maura Healey y a mí y que pondrá nerviosos a los censores de ciertos buscadores que volverán a sustituir (dos mujeres desnudas en portada en el mismo día ¡uf!) la página del blog por la de About…un ejemplo más de la distopía freudiana en la que nos movemos. Como buena sociedad puritana, tenemos el sexo (como idea retorcida y excluyente) en la mente y eso nos impide ocuparnos de las cosas importantes. Es indispensable derribar el evangelismo calvinista anglogermánico ya; si queremos evolucionar, claro.

© Fernando Busto de la Vega.

SOBRE EL SEXO Y LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

¿Quién en su sano juicio no está ya harto de toda la bobada dictatorial de la ideología de género? Llegados a este punto (y precisamente como macho alfa obligado a dirigir y disciplinar la manada) a lo mejor conviene recordar sucintamente qué es lo que nos enseña la naturaleza, a la postre único juez y maestro en estos asuntos.

Salvo la partenogénesis propia de organismos muy simples y la mitosis celular de algunas plantas, todo en la naturaleza está dividido en dos sexos (y solo dos) con la funcionalidad exclusiva de la procreación para la perpetuación de las distintas especies. Es así, no hay más.

Follamos para reproducirnos y es preciso que los genes provengan de dos especímenes de sexos opuestos (machos y hembras). Todo lo demás son cuentos.

Como eso de fornicar, si nos paramos a pensarlo, es molesto, sucio, incómodo y exige un nivel de intimidad excesivo, la naturaleza nos ha tendido la trampa del placer. Los especímenes, embriagados de cócteles hormonales adecuados, incurren en el acto que, habitualmente, provoca la liberación en el organismo de otros cócteles hormonales (dopamina, serotonina…) que hacen deseable un acto que, sin dicho condicionamiento hormonal, seguramente no nos gustaría. La prueba: imagínese besándose con lengua con cualquiera a quien no ame o no le excite sexualmente…más aún: inténtelo.

Es precisamente esa descarga hormonal la que convierte el sexo en un acto cultural llevando a variables recreativas (desde el intercambio de parejas o las camas redondas a la pornografía pasando por la masturbación, las orgías y otras prácticas) y la que, en cierto modo, justifica las prácticas homosexuales.

Pero hay que atenerse a la naturaleza: la finalidad última del sexo (y no niego en absoluto su función cultural y recreativa, es más: la reivindico) es la reproducción, de modo que las cosas son muy simples: existen dos sexos. Solamente. Todo lo demás son desarreglos hormonales o mentales que ciertos colectivos ideológicos de financiación nunca bien aclarada aprovechan y manipulan para obtener poder y quien sabe si debilitar a grupos humanos indeseados mediante la corrupción de la correcta percepción de la naturaleza.

Y hay que empezar a decirlo ya en voz alta.

© Fernando Busto de la Vega.

LAS AMANTES CENTRÍPETAS Y LOS CORNUDOS PASIVO-AGRESIVOS

El adulterio es una gran escuela de vida que proporciona, además, innumerables e interesantes tipos para un variado plantel de personajes y argumentos literarios. No se puede ser un buen escritor sin haberse engolfado frecuentemente en las mucilaginosas y turbias mareas de la infidelidad. Es así.

De todos esos posibles tipos hoy voy a detenerme en los que enuncia el título de la entrada.

Existen muchas formas de catalogar a las amantes que uno va encontrándose por la vida. De lejos, la mejor y menos problemática es la amante tangencial o concomitante, aquella con la que se coincide temporalmente en el pecado y luego, por la misma inercia vital, se aleja y queda en el pasado. La peor, sin duda, es la paralela, que no se alcanza, ni llega siquiera a tocarse, jamás. Luego están las centrífugas, empeñadas en abandonar a su marido arrastrándote con ellas o usándote de excusa (lo que conlleva los numerosos riesgos que todos hemos experimentado en algún momento: persecuciones furiosas del ofendido o de sicarios pagados por él, agresiones diversas, intentos de asesinato…) y, finalmente, las centrípetas, que de algún modo te arrastran hacia el interior de su mundo tóxico y, frecuentemente, surrealista.

Por regla general, el centripetismo amoroso se da más en las (y los, pero estos no me afectan) divorciadas por el mero hecho de que el divorcio no existe, es una simple ilusión. El divorcio consiste en la continuación de un matrimonio disfuncional por otros medios. De hecho, hay que aseverarlo sin cortapisas: el matrimonio, para lo bueno, y sobre todo para lo malo, es un paso sin retorno. Una vez casado (o casada) ya jamás se vuelve a ser soltero (o soltera), ese es un paraíso perdido para siempre.

Con todo, y son al tiempo peligrosas y enojosas, sí existen algunas amantes casadas de características centrípetas que, sin saber muy bien cómo, te arrastran al epicentro de su disfuncionalidad matrimonial y sentimental. Y, por supuesto, como en todo, el fenómeno admite y presenta gradaciones. Están desde aquella, en grado leve, que empieza comprándote ropa y acaba llevándote vestido como a su marido (o a sus hijos, que resulta más humillante), mismas camisas, mismos pantalones… cosa esta algo ridícula y no poco embarazosa si el marido, o los hijos, pertenecen a tu mismo círculo social; hasta aquella que procura adrede ser sorprendida por el cornudo en pleno coito para saltar en cueros de la cama e iniciar una feroz y cruel discusión en la que compara a gritos a su marido, siempre desventajosamente, con el emboscado amante. Tales discusiones son en extremo peligrosas, porque nunca se sabe como acaban y, creedme, el asesinato no es el peor de los finales.

Alguien, un amigo, me contó que en cierta ocasión le sucedió algo así y la esposa, siempre gritando y tratando de humillar a su marido, ponderaba las ventajas del atribulado amante que trataba de huir del lugar a toda prisa y lo más disimuladamente posible. En un momento dado la esposa loó el miembro viril del amante, ridiculizando el del marido que, furioso, se asomó a la entrepierna del pobre desgraciado que andaba buscando sus pantalones y calzoncillos y rompió a carcajadas afirmando que el suyo era más grande y, para demostrarlo, se bajó la ropa hasta las rodillas haciendo heroica y desafiantemente el molinete ante su espantado y sonrojado rival que nunca cometió la torpeza de volver a enredarse con una mujer casada. Aquel molinete feroz del marido le causa pesadillas hasta el día de hoy.

Y, claro, el complemento ideal de la amante centrípeta, es el cornudo pasivo-agresivo. En el campo de los divorciados esa categoría suele encarnarse en el cliché del exmarido-colega que incluso pretende jugar al tenis o al golf con su sucesor (desaconsejo vivamente aceptar invitaciones a cazar, pescar o acampar, a veces no se vuelve de dichas actividades, lo que también representa un buen argumento literario).

Pero estamos hablando de amantes y de sus complementarios esposos cornudos pasivo-agresivos.

La teoría, el estudio y la casuística del cornudo pasivo-agresivo es extensa y enjundiosa, daría para un grueso tomo de más de seiscientas páginas, por eso resumiré aquí enumerando tres ejemplos reales que llegaron a mi conocimiento mediante confidencias de amigos.

Sin duda, el más patético de todos los cornudos pasivo-agresivos de los que he tenido noticia fue aquel que, al saber que su mujer le engañaba con otro, se enfrentó a él y acabó llorando y abrazándolo casi fraternalmente. Era impotente y comprendía que su mujer buscase alternativas para llenar el hueco que él dejaba vacante. El amante se sintió tan mal que acabó rompiendo con la esposa y esta se enfureció de tal modo que los envió a ambos al hospital en sendas discusiones. Al amante de un golpe de tostadora arrojada con maña ala cabeza, al marido de un salvaje tirón testicular a puño cerrado.

Otro invitó a su mejor amigo a ver no sé qué final futbolística en la televisión y se dejó absorber de tal modo por el partido que no se percato de que su invitado no acababa de regresar después de ir al baño. En ese instante el equipo del marido marcó un gol y él, enfervorecido, dio en correr por la casa gritando a todo pulmón:—¡¡¡¡Gol!!!…

…Y, sin dejar el grito, irrumpió en la cocina, donde se encontró a su mujer reclinada sobre la encimera y a su amigo, los pantalones en los tobillos, profanándola por la retaguardia.

Hubo un instante, ni siquiera dos segundos, de pasmado silencio y abismal incertidumbre que se resolvió con el marido reanudando su grito:—¡¡¡Gol!!! mientras se alejaba de la cocina sin darle la más mínima importancia al hecho. Es más: jamás habló de ello. Pero en lo sucesivo, siempre que invitaba a comer o cenar a su amigo, le servía invariablemente brócoli e hígado acompañado de vino malo y caliente. Horrible venganza. Además, y con la aquiescencia de la esposa, que se quedaba ostensiblemente repantingada en el sofá: le enviaba a fregar los platos…solo. También, en los tres meses siguientes, le ardió misteriosamente el coche, le pusieron pegamento en las cerraduras de su domicilio y su negocio y dos negros musculosísimos le atracaron dándole una paliza sin robarle un solo euro, pero no vamos a ser mal pensados.

Finalmente, quiero recordar a aquel que, tan pagado de sí mismo y de su propia posición y perspicacia, telefoneó a su amigo para decirle que sabía que había intentado acostarse con su mujer.

—Yo no me chupo el dedo—dijo—, soy un tipo que se las sabe todas. Cuando tú vas, yo vuelvo…

Y, magnánimamente, perdonó la debilidad de su amigo al que, dijo, habría matado si su “locura” hubiera llegado a materializarse, por fortuna su esposa era fiel, juiciosa y de fiar…

La esposa también se rio, sobre todo en presencia de su marido, de los delirios amatorios del amigo. Pero ella y él sabían que el marido sí se chupaba el dedo. Otra cosa es que la esposa, después de ir demasiado lejos hubiera recogido cable a toda prisa haciéndose la buena y la santa. El marido la tenía por una pánfila a la que manipulaba y dominaba a su placer y ella, de vez en cuando, se aprovechaba vilmente de ese engreimiento.

No diré más.

© Fernando Busto de la Vega