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CARLOS III Y EL CAMBIO DE DINASTÍA EN INGLATERRA

La monarquía británica tiene un alto componente de representación e hipocresía que algunos podrían definir como gran capacidad para el autobombo, la autoficción, la propaganda y la impostura. Una habilidad camaleónica para la supervivencia a costa de un pueblo obnubilado por su propio conservadurismo clasista y el peso de una tradición inmovilista que cursa como eficaz antídoto contra el duro trago que representaría admitir el fin del imperio y su conversión en potencia media tirando a baja.

Sin la monarquía Inglaterra debería enfrentarse a su fracaso histórico y reinventarse asumiendo que la política imperialista y el peso del siempre nocivo liberalismo la ha condenado a una metamorfosis poco afortunada que la acabará convirtiendo en un país completamente diferente y tercermundista.

Ese miedo a reconocer la realidad es lo que ha permitido a los monarcas ingleses mantenerse en el trono mutando y trasmutando su representación pública para esconder su realidad.

En ese programa intenso de camuflaje el mayor hallazgo, y con diferencia el más útil, fue el de convertirse en la Casa de Windsor para ocultar su procedencia alemana.

En realidad, desde 1714 hasta 1901 en Inglaterra reinó la casa alemana de Hannover cuya última representante fue la reina Victoria casada con el también príncipe alemán Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, razón por la cual desde 1901 hasta 2022 reinaron en Inglaterra los miembros de esta dinastía (Isabel II pertenecía a ella) que, como es bien sabido, adoptaron el apellido Windsor durante la I Guerra Mundial porque hacía mal efecto ser alemanes y primos del káiser Guillermo II en aquellos años. Y así hasta hoy.

En 2022, para no escenificar la ruptura histórica, la discontinuidad dinástica, se olvidó convenientemente el hecho de que Isabel II contrajo matrimonio con Felipe de Grecia (más conocido protocolariamente como Felipe de Edimburgo para disimular su origen extranjero) y que, por lo tanto, desde la subida al trono de Carlos III la nueva dinastía que reina en Inglaterra es la Casa de Grecia…pero que nadie se asuste. En realidad los monarcas griegos son de origen danés y el verdadero apellido de Felipe de Edimburgo (como el de nuestra reina Sofía de Grecia) es Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg.

Así que ya lo sabéis, desde 2022 en Inglaterra la nueva dinastía es la de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg que sucede a la de Sajonia-Coburgo-Gotha, que a su vez sucede a la de Hannover que, de todos modos, descendía de Cristian III de Dinamarca, eso sí: de la dinastía Oldemburg…

O sea que nada de Windsor.

En cualquier circunstancia, da lo mismo. El caso es que Gibraltar es español y tarde o temprano nos tocará reconquistarlo de manos de los bárbaros del norte y de la población que lo okupa ilegalmente.

Y otra cosa: como yo sigo considerando ilegal la expulsión de Felipe II de España como rey de Inglaterra (fue una artimaña de los protestantes) tras la muerte de su esposa la reina María I, hija de Catalina de Aragón y Enrique VIII, sostengo que el legítimo rey de Inglaterra debería ser el archiduque Carlos de Habsburgo-Lorena, por cierto casado con una de las hijas del barón Thyssen-Bornemisza, el de Tita Cervera…Ahí lo dejo.

© Fernando Busto de la Vega.

TRUJILLO Y OTRAS MALAS HIERBAS.

María Antonia Trujillo, exministra española, traidora y renegada al servicio de Marruecos.

Cualquier español (o española, tanto monta) que niegue la españolidad de Gibraltar o de Ceuta y Melilla, es un traidor declarado. Cualquier español que se ponga al servicio del islam, del protestantismo y sus derivaciones políticas o de Marruecos es un renegado y ambas categorías tienen un solo destino en una España donde el orden y la grandeza se hayan restaurado: el máximo castigo.

Si ese español o española han detentado, como la renegada y traidora María Antonia Trujillo, pasada, vía catre y corrupción, al servicio de Marruecos, algún cargo ministerial o político, el delito es mayor y el castigo deberá ser, por ende, más riguroso.

Naturalmente, esa traidora y renegada, culpable de atentar directamente contra la integridad territorial y moral de España, no sufrirá ningún castigo en el débil e inmoral régimen liberal impuesto por nuestros enemigos que ahora padecemos, lo cual demuestra con total claridad que debemos cambiarlo a la mayor brevedad y con una profunda revisión de todos sus deleznables principios.

En cualquier caso, tarde o temprano, la renegada y traidora Trujillo deberá pagar sus culpas.

Hasta entonces, y sin olvidar quién la nombró ministra, habrá que meditar muy profundamente sobre las últimas consecuencias de la “Alianza de Civilizaciones” que quería vendernos el progresismo patrio encabezado por el tal Rodríguez Zapatero que anda ahora al servicio del régimen bolivariano y, por ende, ejerciendo también de traidor y renegado.

Por cierto, que esa es una condición muy propia de los cabecillas del PSOE. Recordemos a Largo Caballero vendido a Moscú y tratando de quebrar la unidad territorial española, a Indalecio Prieto y Rodolfo Llopis participando en el Movimiento Europeo y en el Contubernio de Múnich que diseñó la débil España actual, a Felipe González vendido a los alemanes a través de la Fundación Friederich Ebert y aceptando nacionalidades distintas de la española (colombiana, dominicana…), a Rodríguez Zapatero y sus chanchullos con bolivarianos y China…a Sánchez y sus acuerdos con bolivarianos e independentistas…

Quien me sigue lo sabe: siempre he sido partidario de la ilegalización del PP, pero también lo soy de la del PSOE y, desde luego, aspiro a un nuevo régimen que castigue a todos los traidores a España y al pueblo que hemos padecido y seguimos padeciendo. Ni me escondo ni me callo. Aunque me censuren y me persigan, que todo se andará y, creedme, ya se ha andado.

© Fernando Busto de la Vega.

ISABEL II, FELIPE VI Y LA MADRE QUE LOS PARIÓ

Leonor de Borbón, una princesa de Asturias a la que se está educando a la inglesa e impregnándola de valores antiespañoles, como es costumbre en los Borbones. Mala cosa.

Basta asomarse a los medios de comunicación españoles para percatarse de que viven en un mundo paralelo destinado no a informar a los ciudadanos sino a manipularlos y poner en circulación y valor determinadas ideologías y paquetes propagandísticos que nada tienen que ver con la realidad y sí con el mantenimiento de ciertas perspectivas anómalas, perjudiciales para España y claramente antiespañolas como la monarquía liberal parlamentaria y las oligarquías que llevan desde 1833 beneficiándose de su existencia.

Ahora que a los medios les ha dado por llorar la muerte de una nonagenaria perteneciente a la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha (lo de Windsor se lo pusieron durante la I Guerra Mundial para no parecer tan alemanes a ojos de los ingleses y disimular su parentesco con el Káiser) quizá sería adecuado recordar que los ingleses fueron los principales enemigos de España durante siglos, que ellos son los que todavía hoy más contribuyen a expandir y consolidar la Leyenda Negra y que, además de ser los principales responsables de la pérdida de la España de Ultramar, todavía no nos han devuelto (ni nosotros podido reconquistar) Gibraltar.

De paso, y esto es aún más importante, deberíamos recordar que la pérdida de Gibraltar se debió a la ambición de la casa francesa de Borbón y la pérdida de la España de Ultramar es responsabilidad de la incompetencia y falta de patriotismo de esos mismos Borbones que a partir de 1833 se hicieron liberales y probritánicos (hasta el punto de que tenemos a la heredera al trono empapándose de cultura anglosajona en un internado guiri) bajo el señuelo de la corrupción y como símbolo de la decadencia nacional a la que condujeron a España.

Dicen que Felipe VI se dirigía a la difunta Isabel II como “Tía Lilibeth” en parte porque su madre y Felipe de Edimburgo pertenecían a la Casa de Glücksburg, una rama alemana de la dinastía danesa de Oldemburgo y en parte porque desciende de Alfonso XIII y una inlgesa-alemana: Victoria Eugenia de Battemberg (familia que acabaría anglificando su nombre como Mountbatten y surgió de un escándalo de 1851 cuando el hermano del príncipe de Hesse-Darmstadt se fugó con Julia Von Hauke, dama de compañía de su hermana, zarina de Rusia, y contrajo matrimonio morganático con ella, de tal modo que el matrimonio de Alfonso XIII con Victoria de Battemberg supuso un reconocimiento púbico e internacional de la decadencia de España y la falta de lustre de los Borbones españoles en el concierto internacional, un signo de decadencia, debilidad e indignidad) y ello ya nos debe poner en guardia frente a nuestros “españolísimos” monarcas (Alfonso XII fue cadete de la academia militar inglesa de Sandhurst…)

Que los poderes fácticos españoles, y en especial algunas facciones que representan a la oligarquía corrupta e incompetente que se apuntó al carro del liberalismo y la anglofilia a partir de 1833, con Cristina de Borbón-Dos Sicilias y el duque de Riánsares, vendiendo a España y su futuro hasta nuestros días, se ocupen de la muerte de Isabel II como lo están haciendo, además de un signo de pura traición a España, es síntoma de la necesidad que tenemos, si deseamos retomar un futuro de crecimiento y grandeza nacional, de sacudirnos ambos yugos: el de dichas oligarquías vendepatrias y el de los Borbones anglicanizados y corruptos que se sustentan en ellas.

Ese es el camino.

© Fernando Busto de la Vega.